Durante los últimos días las diferentes formaciones políticas han calentado motores y ya se aprestan a despegar en procura de aquellos electores cuyos votos pueden resultar decisivos a la hora de obtener un escaño de más. Dicen los expertos en cuestiones electorales que el 80% de los votantes tiene muy claras sus opciones y que las campañas, mecheros, globos, pegatinas, mítines, besos, abrazos, anuncios y demás, apenas cuentan a la hora de volcar en sentido contrario tales preferencias. Otro gallo cantaría si cupiera la posibilidad de debatir a calzón quitado y en horarios de mayor audiencia en las diferentes televisiones talantes y programas. Mas eso queda para la próxima ocasión, o mejor la siguiente de la próxima. De suerte que toda la movida que volveremos a vivir en los próximos días --con su consecuente dispendio económico--, únicamente servirá para mover de una a otra parte algún escaño (si es que fuere posible y el tiempo acompaña). Para ese viaje no hacen falta tantas alforjas, sobre todo si consideramos que los comportamientos de las formaciones políticas poco o nada tienen que ver con las promesas electorales que formulan (ya conocen la célebre frase de Tierno Galván, acaso la única con la que unos y otros coinciden y son coherentes: "las promesas electorales se hacen para no cumplirlas"). Quienes estamos llamados a votar deberíamos recordar todo lo que nos prometieron hace cuatro años y qué es lo que cumplieron, unos desde el poder y los otros controlándolo. El 20% mutante, ya sabrá componérselas.

*Profesor de Universidad