Caen las tardes del verano, caen las declaraciones de los confidentes que no saben nada, los policías que lo dejan estar, vagamente bombas, vagamente se deslizan las realidades, mezcladas en sombras y sueños, en tiempos paralelos que a veces coinciden en los cambios de hora, en los grandes cataclismos, cuando cesa el griterío cañí y ya todo son telediarios. El coro de Bush amenaza con una gran atentado según el modelo español, es decir, momentos antes de las elecciones, o justo en la votación. Desde la palabra y el fenómeno "guerrilla" no habíamos dado nada a la metrópoli, ni un concepto. La guerrilla ha hecho estragos, desde entonces, contra Napoleón. Contra los romanos, quizá es una forma de ser o de no ser. Un cierto caos, lo que ahora, ya reconvertido, se llama "autónomos". Mundo externalizándose por doquier. Cada cual ha de considerarse periférico de otro. Ahora, por desgracia, hemos aportado el modelo "atentado antes de las elecciones" a la convulsa época. Al entorno Bush le ha venido al pelo este paradigma, este horror, que es indisociable del suyo, del del 11-S. Hasta los onces concuerdan. Al terror, lo sabemos, una vez desatado, todo le vale, todo le aprovecha y lo aprovecha. Y el poder, lo sabemos, ha aprendido a aprovecharse del terror, o fue el primero en ejercerlo. En todo caso, una vez desatado, el poder lo alienta, los utiliza, lo homologa y, a veces, no puede pasar sin él.

Es terrible. A Bin Laden lo engendró Reagan. Ahora lo entroniza Bush, que necesita ese horror en marcha, horror caliente, emblema y sangre y fuego, para que no le muevan el sillón, para justificar retrospectivamente sus devastaciones un poco infatiloides, todo eso de Irak, el muro de Sharon, más presupuesto. El entorno Bush lanza la idea preventiva de un atentado terrible y a partir de ahí manga ancha. Igual que se invade un país por si acaso, se anuncia un golpe de estado preventivo, pues si se produjera ese atentado --sólo les falta poner la fecha-- tendrían que pensar en aplazar las elecciones. El modelo español, el cambiazo, ha puesto de los nervios a esta administración, que gobierna desde un chanchullo de cuatro papeletas de Florida. Sólo con proponer ese escenario, ya han dado un golpe de estado preventivo, muy en su estilo, aterrorizar preventivamente al censo.

*Periodista y escritor