Vuelven El Gordo y El Flaco de la mano del cine, al que tantas horas, películas de gloria dieron. El homenaje, Stan & Ollie, protagonizado por John C. Reilly y Steve Coogan en los papeles de Stan Laurel y Oliver Hardy, se disfruta como una película tierna, llena de inteligencia y de humor, pero que no oculta las dificultades económicas, profesionales y personales por las que pasaron ambos cómicos cuando el desarrollo del cine sonoro los fue arrinconando poco a poco.

De hecho, el argumento se inspira en la que sería su última gira. Que no fue cinematográfica ni norteamericana, sino teatral y europea. Cumplidos los años cincuenta del pasado siglo, y con más de medio siglo a cuestas, nuestros dos protagonistas cruzaron el charco para probar suerte en los escenarios británicos. Sus postreras actuaciones comenzarían de una manera desastrosa, pero el talento de ambos cómicos acabaría imponiéndose y obtendrían un gran éxito.

No así sus negociaciones para producir y protagonizar una nueva película, que no llegarían a cuajar, precipitando su retirada, junto con los problemas de salud de Stan.

En la trama de Stan & Ollie queda claro quién era el guionista, el cerebro creador de la pareja: Hardy, el Flaco. Tenía un talento inmenso para la creación de gags y diálogos humorísticos, para transgredir situaciones o escenas con ese tipo de humor que les hizo justamente célebres, en directa competencia con Charlie Chaplin, Buster Keaton o Harold Lloyd. Genios todos ellos de una época irrepetible, la del cine mudo, que definieron y compartieron, como también compartirían las dificultades para adaptarse al cine sonoro y, sobre todo, un humor puro, básico, clásico, sin apriorismos, mensajes, rencores, sin ajustes de cuentas, sin víctimas, sin malevolencia, sin otras pretensiones que soltar las carcajadas del público a base de escenas saturadas de hilaridad.

Laurel y Hardy descubrieron una manera de ver la vida llena de humanidad, simpatía y empatía, invitando a grandes públicos a olvidar sus preocupaciones y compartir la divina medicina de la risa, remedio mágico contra el rencor, la decepción, la soledad o el olvido.

No les olvidemos.