Cuando murió Gracián (1658) aún no existía la Real Academia de la Lengua (1713) pero cabe decir que ahora ha entrado en ella simbólicamente, de la mano de Aurora Egido. Aurora creo que es la primera de los especialistas actuales en el conocimiento de la obra y de la personalidad ingente y complicada de un pensador tan universal, uno de los tres grandes barrocos de la literatura española, junto y no detrás de Quevedo y de Saavedra Fajardo.

Aurora Egido es de Molina "de Aragón" que sin embargo, pertenece a Guadalajara. Molina, esa ciudad que parece nuestra y que de modo paralelo con Albarracín, mantiene igual que esta desde el pasado, cierto espíritu histórico de insularidad que les da fama y prestigio. Es ocioso indagar si Molina es más aragonés o más castellano; con ambos territorios tiene vínculos honorables, si bien fuera Alfonso I el Batallador, el rey que la rescató de los moros en 1129.

Cuando la expansión de las Cajas de Ahorros estaba restringida al correspondiente ámbito regional, he oído decir que nuestra "Caja Grande" consiguió "romper el cerco" a su expansión, pidiendo al Ministerio de Hacienda que le permitiera abrir una sucursal "en Molina de Aragón" y que el ministerio lo autorizó porque no cayó en que Molina pertenecía realmente, a Guadalajara.

En Aragón, los molineses suelen ser bien recibidos y esto sucedió sin duda, con Aurora Egido, que tanto lleva estudiado, investigado y enseñado desde su cátedra de la Universidad cesaraugustana. Todos celebramos el honor tan justamente conferido a la novena mujer que consigue ser académica.

Aurora Egido dedicó su discurso de ingreso en la Academia, a la figura gigantesca de Baltasar Gracián, un pensador incomparable que hace ya bastantes años que está algo así como de moda permanente en diversas universidades de EEUU. Gracián no es sencillo de leer, pero merece la pena esforzarse en hacerlo porque de él siempre se aprende a discurrir e incluso a reír aunque haya quienes le crean pesimista.

Desconozco si Gracián se arrepintió alguna vez de haber profesado en la Compañía de Jesús pero se sabe que ya avanzada su vida y desde el lugar de su último destino, en Tarazona donde fallecería, escribió al General de su Orden pidiéndole autorización para salir de la Compañía e ingresar en una Orden monacal, pero jamás obtuvo respuesta.

Evidentemente, hay que leer entero el discurso de ingreso en la Academia de Aurora Egido, para aproximarse más al admirable aragonés que fue Baltasar Gracián que, a mi modesto juicio (modesto del todo), fue un pensador insobornable, nada servil y otra vez a mi modesto juicio, digno de ser leído y no de modo ocasional sino constantemente.

Abro el libro de las Obras completas de Gracián y casi fortuitamente, escojo algunos de sus pensamientos en homenaje a tan gran intelectual aragonés, de Belmonte "de Gracián". Son estos y sólo como mínimos ejemplos:

1. No hay mayor "en su punto" que el dominio de uno sobre sí mismo.

2. Milicia es la vida del hombre contra la malicia del hombre.

3. Comprase la reputación a precio de trabajo; poco vale lo que poco cuesta.

4. El saber y el valor alternan grandeza.

5. Hombre sin noticias, mundo a oscuras.

6. Sin valor es inútil la sabiduría.

7. No puede ser entendido el que no fuere buen entendedor... las verdades que más nos importan vienen siempre a medio decir...

8. Estiman algunos los libros por la corpulencia como si se escribiesen para ejercitar antes los brazos que los ingenios.

9. La mejor treta del juego es saberse retirar.

10. La ventaja del mandar es poder hacer más bien que todos.

11. Déjese de hacer lo indecente más por el temor de la propia cordura que por el rigor de la ajena autoridad.

Y para poner remate a estas citas gracianescas, añadamos la crítica que hace a sus propios paisanos cuando escribe esto: "tienen más cumplimientos que una despedida aragonesa", así que hasta luego, a secas.