Es el último Washap que Joaquín me escribió desde el hospital. Teníamos pendientes muchos temas y ya intuía que tendríamos que dar alguna vuelta de tuerca porque el año venía cruzado. Carbonell ha sido una constante en mi vida laboral. Desde los tiempos de El Día de Aragón, compartimos momentos que continuaron después en esta redacción durante 24 años. Pero cuando la canción jubiló al periodista su pasión por la comunicación cesó y su poder creativo le hacía recomendarme un colaborador, contarme temas para reflejar en el periódico y atiborrarme a ideas para los 30 años que esta cabecera está celebrando en este malvado 2020. A Joaquín lo tenía medio convencido para que volviera como columnista semanal y también iba a poner voz en la non nata gala de Aragoneses del Año. Sus 50 años como cantante le habían reactivado tanto que hasta le salía mejor la voz. Las canciones suyas, de Brassens, de La Bullonera, de Cecilia, de Jaume Sisa, con las que nos distrajo a los amigos todos los días del estado de alarma, un poco antes de las 8 de la tarde fueron una premonición. La fatal intuición le hizo elegir una de Luis Eduardo Aute justo un día antes de que este muriera. Y su mensaje diario espectacular: «Un día más y un día menos». Gracias amigo. Putada.