Juan Antonio Bolea tuvo muchas virtudes por todos conocidas, que no vamos enumerarlas, pero la única que ahora se le va exigir, ¿de cuánto amó a su prójimo? Sabemos que lo hizo en dosis máximas, pero su gran mérito lo tuvo porque amó al prójimo de ideologías distintas a la suya (en donde la mayoría de políticos y personas, en estos temas, se ponen de lado no haciendo nada por ellos, (los desprecian coma si fueran la escoria de la sociedad e hijos del demonio).

Él ese amor a sus semejantes, como a criaturas divinas, lo materializó con hechos, y en este atardecer de su vida, ahora será examinado de ese amor hacia los demás, que lo tiene muy superado. Como cuando sabiendo de la existencia de colectivos que habían sufrido injusticias durante el régimen de la dictadura, se puso al frente para reparar ese dolor sufrido lleno de injusticias. Basta recordar su deferencia en recibir en su despacho oficial, en el año 1979, a la directiva de la Liga de Mutilados e Inválidos de la Guerra Civil Española 1936/39, (integrada por mutilados del Ejército de la II República española y mutilados civiles, que el régimen victorioso olvidó, humilló y vilipendió, con gran escarnio) y cómo supo recordar a su fallecido amigo capitán del Ejército de la II República, (V. E.) mutilado de un brazo, y el trabajo tan digno que realizaba, sin odio, ni acritud.

A él por su hacer se le conocerá, como gran padre y esposo, político (único, con formación humanista, muy experto en Derecho, y muy noble como persona) debemos manifestar, sus palabras de aliento en su carta de 23/11/1979, cuando decía: «Queridos amigos: después de su visita que tuvo lugar el pasado mes de octubre, he hecho llegar al presidente del Gobierno su petición, informándola en sentido favorable. Deseo personalmente que todas las justas peticiones y reivindicaciones que lleva a cabo esa Liga sean pronto satisfechas». A estas cariñosas y fructíferas palabras de Juan Antonio, recordamos por su vigencia (por si pueden tomar nota, los políticos actuales), las frases del fundador de la Universidad de Zaragoza, Pedro Cerbuna, cuando escribía una carta a un amigo y se lamentaba de los obstáculos encontrados en su camino, y le decía: «No alcanzo a comprender como hay hombres de tan mala especie, que no saben hacer bien a nadie»,,,

Juan Antonio supo hacer el bien a sus semejantes y lástima de esta España sin acabar, que no sabe aprovechar a estas ilustres personas en «órganos de sabios», para indicar lo mucho que queda a esta nación por hacer: una Ley General de Educación Nacional que recoja todas las peculiaridades; una ley de ciudadanos en valores, la enseñanza en toda democracia, (de saber ganar y perder en todo proceso electoral, normalizando el buen funcionamiento de las instituciones, facilitando su democrática renovación), de lo contrario España será una democracia mutilada.

La Liga de Mutilados siempre se lo agradecerá y la historia le tendrá que hacer justicia.