La intervención de Pilar Manjón, representando a las víctimas del 11-M, ha producido un gran impacto en la sociedad española. Habló con el corazón destrozado de una madre que ha perdido un hijo de 20 años pero también habló con la cabeza, criticando la utilización partidista de las víctimas tanto en el ámbito político como en el de los medios de comunicación, pidiendo respeto por su dolor, exigiendo la verdad y reclamando unidad de las fuerzas políticas para que no sea posible otro 11 de Marzo.

La intervención de Pilar fue una intervención POLITICA, con mayúsculas, porque junto a sus críticas y exigencias, pedía al Parlamento, su parlamento, que reaccionase, que no hiciesen del terrorismo un arma arrojadiza, pero sobre todo fue una intervención política porque hablaba del dolor de la gente y de cómo evitarlo, o al menos mitigarlo. Con demasiada frecuencia la política se hace en base a conceptos abstractos, alejados de los problemas cotidianos de los ciudadanos y la política que no tiene en cuenta el sufrimiento de las personas no merece tal nombre, es otra cosa.

Ningún grupo parlamentario se atrevió a contradecir lo dicho por Pilar, todos se mostraron autocríticos e hicieron suyas, de algún modo, las palabras de Manjón. El tiempo nos dirá quiénes y hasta qué punto fueron sinceros. Los comisionados querían hacer la sesión a puerta cerrada. Afortunadamente la insistencia de los comparecientes la convirtió en pública, lo que permitió que su intervención fuese seguida por toda la sociedad. La víctimas del 11-M nos han dado una lección moral a todos los que decimos preocuparnos por la política, por lo público. Sus palabras han sido también una bocanada de aire fresco, una inyección de ánimo y un ejemplo de cómo, incluso en situaciones tan dolorosas como las que tienen que estar pasando, se puede seguir luchando por ideales y defender unos valores que deben ser prioritarios en la sociedad. Gracias por la lección.

*Sindicalista