La abstención es la grafiosis de la democracia. Se trata de una enfermedad degenerativa muy lenta, incluso confusa en la aparición de síntomas evidentes, lo que dificulta su detección.

La abstención es una consecuencia de la falta de atractivo de los partidos políticos, de su falta de gancho para interesar a los empadronados, de la escasez de imaginación para solucionar problemas, y de la gran facilidad que tienen los partidos para generar problemas nuevos, que no existirían de no haberlos fomentado ellos.

Los partidos políticos suelen hablar de la abstención como si se tratara de un fenómeno meteorológico independiente, algo que viene del cielo como las tormentas, los tornados o las situaciones anticiclónicas, y no hay ninguno que asuma su parte de culpa.

Si el público no asiste a una obra de teatro es porque no le gusta la obra o no le gustan los actores. Si el votante no acude a las urnas es porque no le agrada la obra --el programa de los partidos políticos-- o no le gustan los actores --los nombres que encabezan las listas electorales--, pero el público tiene tanta libertad para no ir a votar como para acudir o no acudir al teatro.

En las próximas elecciones europeas la grafiosis, quiero decir la abstención, parece que va a ser más alta.

Por ello, la preocupación de los partidos no se centra en la enfermedad, que es un asunto de interés general, sino en qué medida les va a favorecer o les va a perjudicar. Es como si en un hospital, ante una epidemia, los médicos estuvieran más preocupados en qué iba a afectar a los departamentos respectivos que en la cura de la enfermedad.

Bueno, pero no sigamos razonando por ese camino, no sea que aumentemos la grafiosis, quiero decir la abstención, que suele generar la aparición de milagreros tipo Chávez, o salvadores tipo Fujimori. Y vuelta a empezar.

*Escritor y periodista