Después de innumerables dificultades, de tres años de obstáculos, borradores y deliberaciones, en Túnez ha sido finalmente aprobada la ley integral contra la violencia sobre las mujeres. El hecho es histórico sin duda, supone la primera ley de este tipo en todo lo que es el contexto de países con mayoría musulmana. Entre los grandes avances que impondrá el nuevo marco legal está el reconocimiento de los delitos de violencia doméstica, penas de prisión para quienes mantengan relaciones con menores de edad, que pueden llegar a los 20 años en caso de no tener 16 la menor, penas y multas por acoso sexual, también si es verbal, que la edad sexual pase de los 13 a los 18 años y la abolición de un artículo vergonzoso del Código Penal del país magrebí, el 227 bis, que permitía hasta ahora al violador de una menor evitar la prisión si se casaba con ella. Era una ley muy necesaria para una país donde la mitad de las mujeres dicen haber sufrido violencia en un momento u otro de su vida, pero también es un texto que va a contribuir a desmontar la gran estafa del supremacismo masculino instaurado y transmitido a través de esto tan desgastado que venimos llamando patriarcado. Las asociaciones feministas llevaban desde principios de los 90 reclamando esta ley en una lucha incansable que finalmente ha dado sus frutos. Aunque falta mucho camino por recorrer, las tunecinas no están del todo satisfechas. No en vano el Código Personal sigue considerando la prevalencia de la autoridad paterna, manteniendo la obligación de la dote y la discriminación de herencia por motivos religiosos. H *Escritora