Antes de irse de vacaciones el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y los representantes de la oposición nos han brindado unos discursos con contenidos previsibles. Ha parecido una representación teatral, en la que cada cual tenía un papel asignado, aunque sin que sirva de excusa, se dice que el político es sincero cuando desde el Gobierno lo ve todo color de rosa, y sincero también cuando en la oposición lo ve todo negro. Que el auditorio español conozca la situación real les resulta irrelevante, lo verdaderamente importante es trasmitirle unos determinados mensajes, veraces o no es igual, para sacarles la máxima rentabilidad electoral.

Nuestro presidente del Gobierno ha hecho una entrada triunfal en la conferencia de prensa para colocarse ante el atril con pasos firmes y seguros. Todo un ejemplo de puesta en escena. El traje, la camisa, la corbata, los gestos y la mirada todo perfectamente estudiado. Los ministros en primera fila. Los medios de comunicación previamente seleccionados. Son muy hábiles los fontaneros de la Moncloa a la hora de diseñar la comunicación, conscientes de que sin una buena preparación de propaganda por medio de la prensa, ningún discurso político tiene éxito, ya que la prensa periódica es el mejor lubricante de la máquina política. No obstante, cuando el periodista se convierte en un funcionario, la prensa política desaparece, como ocurre en los informativos de TVE, donde la manipulación alcanza tales niveles que hace buenos en cuanto a pluralismo informativo a aquellos inconfundibles e inolvidables reportajes franquistas del NO-DO.

Rajoy nos ha recitado un discurso triunfalista y casi exclusivo en lo económico con los datos del crecimiento del PIB (0,6% en el segundo trimestre, el mayor avance desde 2007) y empleo (193.000 empleos más que en 2013, el primer aumento anual en lo que va de crisis). "La recuperación es firme y cada vez más intensa, no es un alarde de optimismo injustificado, ha llegado para quedarse", afirmó. Por ello, dijo que en septiembre el Gobierno revisará al alza sus previsiones. Fórmulas sencillas para resolver problemas complejos no las conozco.

EN POLÍTICA no es conveniente dar mucho crédito a los profetas y más si ya han dado muestras de haber convertido sin problema ético alguno la mentira y el incumplimiento de las promesas electorales en su actuación política cotidiana. Eso sí, para que nadie le pudiera acusar de triunfalismo injustificado y de no ser realista, el recuerdo de los brotes verdes cuenta mucho, ha metido frases como "Los avances macroeconómicos no tienen reflejo aún en la vida de muchos ciudadanos", "Los efectos no han llegado a todos los españoles, los daños de esta crisis son ingentes". Al final de su discurso. "Soy consciente de que para muchos españoles la crisis no ha pasado, no soy insensible a esta situación".

Los discursos sin contradictor, en realidad no son discursos, sino sermones: sermonear es más fácil que discutir, porque es solo dogmatizar. El gobernante que cree no equivocarse nunca, es el más funesto y peligroso. Lo más dramático es que si está ausente la crítica a los hombres públicos, solo el tiempo descubre los graves errores de tal carencia, y entonces ya no hay tiempo de rectificarlos y el daño es irreparable.

Como era previsible, había que cumplir el expediente, desde el PSOE, su secretario general, Pedro Sánchez, debutante y con menos tablas, desgranó su mensaje sin salirse del guión. Tengo la impresión de que ya lo tenía preparado y ensayado, por eso antes de que Rajoy hubiera acabado su discurso, salió a criticarlo. Ninguna sorpresa. "Que ha sido triunfalista". "Que no pisa la calle". "Que debería hablar con los medianos empresarios, los trabajadores y los parados". "Que llama recuperación al empobrecimiento de la clase media de nuestro país". "El porcentaje de parados sin prestación ha pasado del 70% al 50%, se han perdido 800.000 puestos de trabajo, hay más de 200.000 hogares sin ningún ingreso, y se ha incrementado en 300.000 millones la deuda pública". Son palabras para cubrir el trámite. Como viejo observador en estas batallas dialécticas, considero que no todos los que aparecen en el teatro de la política como enemigos irreductibles, lo son verdaderamente, ya que por otra parte, el tener en la oposición enemigos disfrazados resulta muy útil.

Si nos fijamos en el resto de los grupos de la oposición, nada nuevo bajo el sol y más si estos tienen actores ya veteranos. Desde IU, Gaspar Llamazares "la recuperación de la que se jacta el Gobierno es pobre, tardía y precaria, porque se basa en la desigualdad". Rosa Díez, la lideresa de UPD y la de la inolvidable conferencia de prensa, en la que con un carnet del PSOE en la mano, sonriente y feliz alardeaba del abandono del partido y así emprender una nueva y prometedora carrera política, tampoco perdió mucho tiempo, y acusó a Rajoy de atribuirse todos los méritos y eludir su responsabilidad en los fracasos. A otros actores con un futuro muy prometedor no les podían asignar papel alguno para evitar que puedan hacer sombra y un día suplantar a los principales.

Pues, venga, todos de vacaciones.

Profesor de instituto