Mientras en este lado del mundo el porcentaje de niños obesos se supera cada año, en gran parte del resto del planeta la pobreza arrasa asquerosamente con todo. Un 15 por ciento de niños en Aragón empieza a tener problemas de michelines y ha alcanzado ya el primer agujero del cinturón. Eso es lo que acaban de afirmar los especialistas en el Simposium Internacional sobre Obesidad Infantil, que concluyó el viernes en Zaragoza con las presencia de 150 médicos de 25 países.

Nos han dicho que los menores deben comer mejor, dejarse de tanta porquería entre horas, y que de paso los incentivemos para sacarlos del santo sofá, de la videoconsola y de la tele (3 horas y 38 minutos, media de consumo diario). Salvo un pequeño porcentaje derivado de factores genéticos, este tipo de problemas de peso se derivan, ya se ve, de la sobreabundancia, de la opulencia y el descontrol en la dieta. Nada nuevo. Exceso igual a grasa. Grasa igual a problema.

En los últimos veinte años, el número de niños gordos se ha multiplicado por tres, abriéndose la espita de las complicaciones físicas y psicológicas. En cambio, esos 840 millones de pobres aludidos el lunes en la cumbre de la Iniciativa contra el Hambre y la Pobreza, celebrada en la ONU, desconocen qué diablos es eso del colesterol. Es tan obvio el escándalo del contraste entre unos y otros, entre las estadísticas de las naciones que han compartido espacios en los periódicos esta misma semana, que atacar esta infamia por escrito parece como un ejercicio de redacción escolar, que diría ese sagaz calificador llamado Zaplana.

Zapatero, Lula, Chirac y Ricardo Lagos encabezan la revuelta contra el hambre. Las fotos están muy bien, pero hay que pasar a la acción. El presidente de Senegal denunciaba hace unos días que si se hubiese recibido desde el principio ayuda rápida contra la plaga de langostas en Africa, ahora el tamaño del desastre sería mucho menor.

Además de las buenas palabras --"Sabemos lo que hay que hacer y cómo hacerlo. Ya no queda excusa alguna"-- habría que ir derechos al grano. El regreso para la próxima legislatura al 0,7% de ayuda es un paso, pero hay que cambiar también otras muchas cosas en un hemisferio afectado de raquitismo y otro hemisferio indolente, que se plantea poner candado en las neveras para alejar a los niños zampabollos.