Me he pasado media Navidad en en la cama y no hay manera de arrancar. Enferma con gripe y mocos. Los solteros sentimos las Navidades a veces como una molestia, otras como una tristeza y algunos ni siquiera la vemos. Este es mi caso, no me siento para nada sola. Eso ya llegará cuando me haga mayor. A los solteros nos espera un final triste y solitario. Seguro. No tengo ninguna duda de ello. El precio que tenemos que pagar por nuestra libertad en este presente es nuestra soledad en nuestro futuro.

A lo que iba. Día de Reyes. Enferma, cojo el coche y voy a comer a casa de mis padres. Me cuesta aparcar. Encuentro un sitio libre, pero a los tres segundos aparecen dos tipos grandes que me increpan a gritos diciendo que estaban ellos antes. Aunque ya he aparcado mi coche, salgo y me voy sin rechistar. Encuentro otro sitio pasado un buen rato. Cuando estoy intentando entrar, un señor de mediana edad me dice que lo está reservando. Yo le digo que lo siento mucho, pero que ya van dos veces y que tengo a mi familia esperando en la mesa. Pienso que si yo fuera un hombre ya estaría aparcada en el primer aparcamiento. Él me dice con un tono nada agradable que si quiero aparcar lo tendré que atropellar. Como es Navidad y no me apetece matar a nadie, llamo a la policía que me dice que no se puede reservar una zona azul y que tengo todo mi derecho a aparcar. El señor se marcha molesto y yo voy a ver a mi sobrino que me da la vida. Para una pank (tía profesional sin hijos) un sobrino en Navidad es como un trankimazin que te tomas en pleno vuelo transatlántico. Más tarde voy a por el coche y descubro una gran rayada en él. No me enfado. Siento lástima por el señor amargado que en un día tan mágico no tiene nada mejor que hacer en su vida que rayar mi coche. Eso lo que le faltaba a esta Navidad llena de mocos y virus. Mi Grinch particular. Espero que el tipo llegue a leer este articulo y se sienta muy bien. Porque a mí, la rayada de mi coche me sienta como la Navidad. Me da absolutamente igual. H *Periodista