Aunque no cabía esperar las multitudinarias manifestaciones de hace un año, miles de ciudadanos salieron ayer a las calles de varias ciudades españolas para recordar que la guerra de Irak no debe olvidarse y para pedir responsabilidades a los gobernantes que metieron a España en el conflicto. La participación en Barcelona, Tarragona, Madrid y Valencia puede considerarse estimable si se tiene en cuenta que las movilizaciones de ayer eran sólo preparatorias de la gran jornada de protesta prevista para el próximo 20 de marzo.

Es indudable que la precampaña electoral que se vive en España influyó en las concentraciones de ayer, en las que aumentó el protagonismo de los políticos. Ello es lógico porque la actuación unilateral de Aznar, de sumisión total a la política de Bush, en contradicción con la política exterior española de la democracia, y su actual negativa a comparecer en el Congreso han convertido el conflicto de Irak en un problema de política interior española. En este sentido, la decisión del PP de mantener los soldados españoles en Irak si gana las elecciones y la de Zapatero de retirarlos si la ONU no se hace cargo de la posguerra será uno de los dilemas de las elecciones del 14-M.