La gente no salía de su asombro, unos preguntaban a otros y nadie tenía la respuesta. No se sabía el porqué se había producido ni quién era el causante, en el supuesto de que lo hubiese, pero el caso es que estábamos ante el hecho y debíamos poner los medios para resolverlo.

El país B nos había declarado la guerra a nosotros, el país A. Estaba entrando con sus ejércitos por la frontera común y la respuesta debía de ser inmediata. Nuestras tropas tenían que repeler la agresión y se dio la orden para que todo se pusiese en marcha de manera inminente.

Los ejércitos del país B estaban atacando por tres frentes. El general que mandaba nuestra infantería decidió que había que empujarlos desde el este hacia el oeste para así cercarlos por el sur y arrojarlos hacia la frontera, y así empezó la acción. Para que fuese más efectivo y hubiese menos bajas, el general de la infantería pidió al general de la aviación que bombardease esas líneas enemigas, pero este entendió que sería más práctico hacerlo en el centro, por otro lado el general de la caballería pensó que sería más oportuno atacar con sus carros blindados por el ala oeste y que seguidamente entrase la infantería.

Para no cansar y entrar en errores tácticos, pues no soy militarista, el resultado fue el que cualquiera podía prever. La falta de coordinación entre los tres ejércitos, el exceso de protagonismo por cada uno de ellos y no haber un mando con criterio superior, ocasionó que nuestro país A fuese invadido y ocupado por el país B.

Esta especie de cuento viene al caso de cómo se debe entender el funcionamiento de una sociedad cuando algo externo a ella es un riesgo cierto, entonces es necesario y obligado que el interés general sea el de todos sin matices, sin preguntas ni condiciones.

La humanidad ha pasado por cantidad de vicisitudes negativas, aquellas en las que los grupos a quienes les han afectado se han centrado en el hecho concreto han conseguido salir de esa situación mucho mejor, no ha sido el caso de grupos sociales diferenciados en los que cada uno miraba solo por ellos.

Las personas son libres porque así nacen y deciden lo que quieren ser y cómo desean serlo, pero si una de las decisiones, la principal, es vivir en sociedad, entonces debemos renunciar a una porción de esa libertad para dedicarla al respeto de los derechos del resto, en caso contrario, también podíamos elegir ser unos eremitas, pero los pocos que lo hacen no son precisamente un ejemplo de sociabilidad.

Nadie es todo por sí mismo, sino parte del conjunto. Siempre existe necesidad de contar con los valores de los demás, por tanto, intentar sacar provecho de las condiciones que se generan al grupo por circunstancias, sobre todo adversas, es la clara definición del egoísmo.

El mundo de las ideas es de una riqueza inigualable, pues muestra la capacidad de elección que tenemos cada uno de nosotros, sin embargo, debe primar el reto de dar continuidad y valor a la sociedad, entre otras cosas porque no es nuestra. Estamos en ella de prestado y debemos dejarla a las generaciones venideras en uso perfecto, así que juguemos la partida que nos toca basándonos en el respeto de unos por otros. No debemos confundir la posibilidad que tenemos del convencimiento sobre cómo transformar el modelo, con prender fuego a todo para luego tener que hacer de bombero, pues cuando esto sucede aparece el refrán: «Entre todos la mataron y ella sola se murió». Nada se reconstruye desde una sola parte.

Hemos sufrido, y me permito hablar ya en un pasado presente, una pandemia con mejor o peor acierto. La estamos superando y somos conscientes de que esto no termina aquí, que trae consecuencias derivadas del esfuerzo que hemos realizado exclusivo a ella y que ha ocasionado paralizar la economía, pues bien, ponerla en funcionamiento de nuevo es tarea de todos, ni siquiera de uno menos, porque ese coche sin batería debemos empujarlo con el esfuerzo conjunto para que arranque.

Démonos cuenta de algo fundamental, nadie, o prácticamente nadie, pone en tela de juicio que el sistema económico en su eje central deberá continuar siendo el que era, otra cosa es que los instrumentos a utilizar deban ser diferentes y debemos aprovechar estas circunstancias para llevar a cabo las transformaciones que consideremos más adecuada. No voy a relacionar cuál es mi visión al respecto, lo principal es que la solución final se concluya reconocida por la gran mayoría de las partes, política y social, esta será la garantía de que nadie ponga palos en las ruedas. Es necesario que sea el proyecto de todos.

Ya vendrán tiempos y momentos para las particularidades de cada uno, eso deberá suceder a través de unas nuevas elecciones cuando todos juntos hayamos aprovechado esta legislatura para conseguir una sociedad avanzada y justa.

*Presidente de Aragonex