Anduvo por estos lares Alfonso Guerra, al calor de su bien amado Pascual Marco ( ¡ay, Dios, Nuévalos, Cetina y Alhama de Aragón, nieves de antaño con Pepemarco al fondo!). Dicen que se llenó el espacio comunicativo y que muchos otros hicieron de la espera llanto, brasillas mitigadoras del frío zaragozano. Ningún dirigente de pro acudió al evento, tal Marcelino Iglesias, Javier Lambán, Carlos Pérez o la mismísima Pilar de la Vega ¡pizpireta y movida en estos días!, salva sea la presencia bajo palio de Juan Alberto Belloch, o la del neófito Jesús Membrado, a quien no le quedaba más remedio. Alfonso Guerra es un referente serio del socialismo, hacha dura que taló disidencias hasta que él mismo fue considerado hereje, hoy puro pasado, poesía que huele a violeta. Y sorprende que tantos y tantos socialistas maños acudieran a su conjuro, muerta la flor del alba y los aromas machadianos. Poco o nada apuntó que desconozcamos, salvo su manifiesta voluntad de continuar templando gaitas entre esos socialistas añejos que lanza quejíos en los tajos y los que sufre bajadas en bolsa de acciones acumuladas. Puro ayer que jamás retorne.

*Profesor de Universidad