La metrópoli ha devuelto Irak a un gobierno autóctono por sorpresa, el "administrador único" se ha largado a toda leche, ha vuelto a casa. Todo es un poco informal, empezando por la propia invasión, y de ahí en adelante, pasando por los pisioneros de Guantánamo, que ahora podrán llamar al señor juez o algo. Todo es tan irregular y arbitrario, que parece una película de locos. No hay por donde cogerlo. En realidad, desde la rocambolesca elección de Bush a la presidencia, aquellas esperpénticas máquinas de perforar votos, todo aquel empantullo, la situación es irregular en máximo grado. La cosa culmina por ahora en una entrega de poderes de sainete a un gobierno trucado en medio de una guerra de guerrillas. Si no fuera por la Eurocopa ya habríamos tirado la gorra. No queremos pensar en nada, es verano, hay un poco de libertad y todo eso. Pero la maquinaria implacable sigue produciendo calendario, hojas de ruta que ella misma se inventa, improvisando chapuzas sobre la marcha. A medida que se acercan las elecciones mundiales de la metrópoli todo el planeta se va poniendo en vilo, al rojo fuego, pues sabemos que ante esas fechas todo es posible, cualquier delirio de los guionistas del Pentágono o de donde sea va a soprendernos y a crear nuevos escenarios que dispararán nuevos riesgos para todos. Si al menos nos dejaran votar en la periferia...

También les quedan vías blandas para domeñar a los crédulos censos. Vías que no recurran a más sangre y más invasiones y más fuego. Lo más sensato es que aparecieran cuanto antes las malditas armas de destrucción masiva que seguro que ya han sido fabricadas, enterradas, convenientemente ensuciadas... y esperan sólo el momento idoneo para que alguien las encuentre y todo quede aclarado y justificado, más o menos como siempre ha sucedido. De la misma forma, deberían aparecer las pruebas inequívocas de que el régimen de Sadam actuaba en perfecta sincronización con el malvado Bin Laden. Más vale tragarnos una o dos mentiras blandas que asistir a una movie brutal, con atentados espantosos y las inevitables reacciones en cadena. Que saquen ya esas armas y desvelen esas relaciones, que todos nos quedaremos más tranquilos, veremos a Bush como un gran tipo (igual que a Reagan ahora) y a seguir con los pisos y el verano. Más vale reelegir a un moñaco que una guerra nuclear.

*Periodista y escritor