Le deseo una pronta recuperación a la cantante Rocío Jurado, y que no sea nada lo suyo. Lo digo muy en serio, no sólo por elemental altruismo (además, qué mal podría deseársele a una señora que interpreta "Tatuaje" como nadie), sino porque un servidor no sería capaz de soportar el griterío mediático que sin duda levantaría un empeoramiento de su estado de salud o (¡no quieran los dioses!) un fatal desenlace. Después de lo que ha pasado con la desdichada Carmen Ordóñez, mi salud mental no aguantaría otro gran show de morbo y cotilleo.

Carezco ya de juicio sobre todos estos programas dedicados al corazón y que más bien son un grotesco y permanente espectáculo a costa de una realidad por completo irrelevante; realidad que a su vez ha sido inventada y/o planificada por los propios medios que luego la ofrecen al respetable. Quiero decir que empieza a parecerme menos sustancial el carácter de este tipo de contenidos (fundamentalmente televisivos) que su enorme influencia, su gran éxito y el hecho indudable de que han desplazado a una posición secundaria la información general, o sea la información-información , la de los telediarios de toda la vida.

Cara, conflictiva, complicada de manejar, bastante desprestigiada por sus vinculaciones e implicaciones políticas y habitualmente tildada de aburrida , la información y la opinión que durante siglos fue la materia básica del periodismo ya no interesa demasiado al gran complejo multimedia. Sigue siendo el contenido principal de la prensa escrita y está presente en los cada vez más acotados informativos de los audiovisuales, aún genera influencia política y como tal es valorada por los altos gestores de los grupos; pero no determina el éxito o el fracaso de las cadenas de televisión e incluso de las de radio. Otros contenidos mueven a las audiencias, encaminados siempre al entretenimiento: la ficción pura, el docudrama, los grandes acontecimientos deportivos y esos programas dedicados a generar famosos de pacotilla, a mostrar sus desdichas, a contar sus idioteces particulares, a inventarles historias y a comentar todo ello en alucinantes tertulias en las que los aludido entran y salen, siempre a precio tasado. De todos los géneros, este último (piedra angular de la televisión basura ) es el que está más directamente encaminado a desplazar a la información sustituyéndola como descripción de la realidad.

ES FACILentender por qué los periodistas que cultivamos géneros clásicos les tenemos tanta manía a los programas del cotilleo televisivo o radiofónico. Sin embargo, entre nosotros aceptamos con fatalista resignación que tales programas se sustentan por su éxito. No nos engañemos: son una mierda... pero son la clase de mierda que gusta a la gente. Siguiendo el gusto del público, las cadenas que han triunfado con este tipo de contenidos son las que acaban por vencer en los ránkings de audiencia. Tanto es así que no le arriendo las ganancias a Televisión Española como siga poniéndose seriecita e intentando extender a toda su programación los dignísimos y respetables formatos de la 2. Sin operaciones triunfo o comedias a la Obregón , TVE está lista para venirse abajo por mucho que sus informativos estén mejorando sustancialmente.

El papel de las audiencias (las cuales a su vez determinan la contratación publicitaria) es la clave de este asunto. Deberíamos admitir por otro lado que en el último decenio, sometidos a la tremenda e hipersectaria presión de los gobiernos de Aznar, muchos medios, espacios y profesionales dedicados a la información pura han acabado neutralizados, desequilibrados o sesgados en exceso, lo que ha mermado la credibilidad de todo el tinglado y en particular ha debilitado la influencia de la prensa escrita.

POR ESO yo suelo ver las cosas desde una perspectiva autocrítica, valoro mucho las alternativas que surgen (es muy interesante ver casos como el de Interviú , capaz de vender la portada con las tetas de alguna gran hermana , pero reservar sus páginas a reportajes de investigación política como ya no se hacen en este país) y ya casi no critico a los colegas que han tenido suerte, han metido la cabeza en la televisión basura ... y ganan dinero a espuertas. La verdad es que cualquier contertulio de los programas de Antena 3 o Tele 5 dedicados a hurgar en las idas y venidas las vidas y las muertes de los famosos gana cuatro, cinco o incluso diez veces más por programa de lo que cobran por cada artículo los escritores mejor pagados de este país. Por eso pasa lo que pasa.

Que viva pues la Jurado. Por muchos años.