La moda ahora es hablar poniéndose la mano en la boca para evitar que nadie pueda leerte los labios. Esa es la tendencia entre la gente importante. Los mortales que ni cortamos ni trinchamos seguimos hablando a gritos y con la boca llena de palabras y palabros. En realidad lo que queremos es que todo el mundo se entere de lo que decimos.

Pero los famosos, es decir, los futbolistas, han aprendido a colocarse la mano en la boca para que nadie le lea los labios; ya existe un programa de móvil que puede realizar esa función sin necesidad de contratar a un experto. Futbolistas y políticos han aprendido a que nadie descifre lo que comentan a kilómetros de distancia. En medio de un corner, va Ramos y le susurra algo a Pepe, que probablemente será: "¿Le sacudes tú a Costa o le sacudo yo?"

Pedro J. Ramírez no se pone la mano en la boca. Estuvo con Jordi Évole, que ha regresado a su condición de periodista, y largó mucho. Pedro J. preferiría perder las dos piernas que perder la voz; le contó maravillas de la clase política, le comentó que era íntimo de Aznar, lo que no habla bien de un periodista, y se le vio recular en la trama del 11-M. Pero yo creo que se puso la mano en la boca en algunos temas. No lo contó todo, quizá porque nos lo relatará por escrito a 20 euros la pieza. A lo que vamos, fuese cierto o no lo que habló, hay que convenir que el riojano es un first class mediático. Salvados fue la segunda opción más vista del domingo. Se podría haber llevado el Oscar de la noche.