La Fundación Franco tiene una alta opinión de Cospedal, porque como ministra de Defensa dijo que «a partir de la inquebrantable lealtad a su bandera, cada militar tiene el deber y la obligación de garantizar la soberanía y la integridad territoriales». «Así lo proclama el artículo 8 de la Constitución», recuerda el general de división retirado Juan Chicharro en una entrada reciente de la web de la fundación, de la que es presidente, en la que afirma que «los valores que conforman nuestra patria siguen vigentes y (...) se encuentran hoy en una grave crisis»: el proceso de ruptura de España con que amenazan los dirigentes catalanes y la moción de censura contra el Gobierno del PP, apoyada «por los que quieren romper España». «La prudencia es virtud del gobernante, pero la inoperancia no lo es --sostiene Chicharro-- y hoy, cuando vemos cuanto sucede en Cataluña a uno le entran temores fundados de que lo peor está por venir si no se ponen los medios para impedir tanto desatino. Y, lo siento, las FAS no pueden permanecer ajenas al desmembramiento de nuestra Patria». A Chicharro le angustia la situación de España y concluye su inquietante texto haciéndose eco de una frase de Franco sobre las fuerzas armadas: «La máquina se deshace, pero la obra queda»; y apostilla que «no hizo mal la señora Cospedal cuando recordó las misiones constitucionales de las FAS. Nunca está de más la Constitución». A mi entender el presidente de la Fundación Franco aboga, con poco disimulo, por un golpe de Estado. El general Chicharro es un hombre peligroso y la fundación deber ser ilegalizada. H *Escritora