Zaragoza vive, desde hace unos años, el inicio del debate que provoca la implantación de los medios de transporte de gran capacidad. Un debate en el que ya se han mezclado sentimientos y razones, provocando complicados posicionamientos entre los que no faltan algunas visiones arcaicas de lo que sería recuperar una ciudad romántica poco eficiente. Pero, por encima de todo ello, la importancia del debate nos lleva a la necesidad de encontrar un campo de reflexión que pueda ayudarnos a definir un nuevo modelo de movilidad, llamado a ser la base sobre la que levantemos todas las actuaciones que construyan la ciudad del futuro.

Siempre es beneficioso poder partir de múltiples experiencias reales que nos van a ser muy útiles en nuestro debate y que nos hablan del trabajo que vienen desarrollando las grandes ciudades en busca de un pacto por la movilidad, que tiene que lograr asegurar mejores condiciones de vida. Un importante proceso que siempre concluye en la definición de tres parámetros claves a conquistar: que hace falta más inversión en transporte público, que hay que lograr una mejor gestión del tráfico, que hay que establecer mecanismos para defender el derecho a la movilidad de todo el mundo manteniendo los espacios peatonales.

EN LA BUSQUEDA de un nuevo modelo sostenible de movilidad tenemos que enfrentarnos al debate de apostar por la implantación del metro o del tranvía. Este debate, que incorporamos en nuestro programa electoral y en el que no se ha avanzado nada en estos nueve meses de gobierno PSOE-CHA, tiene que reabrirse en función de las recientes experiencias traumáticas acaecidas en Barcelona.

Hoy no parece oportuno apostar por dos ejes de tranvía, que recorran la ciudad de norte a sur y de este a oeste, por los perjuicios que provocaría en las principales vías de comunicación y especialmente en el pequeño comercio que se vería profundamente castigado.

Detallando más, no cabe duda que en el trazado de una hipotética línea de tranvía que comunicara la Academia General Militar con Valdespartera, podríamos estar hablando de un colapso total del tráfico en la zona del Mercado Central, donde quedaría solamente un carril de salida de la ciudad que no podría ser utilizado por los autobuses. Similar catástrofe se produciría en el recorrido del Coso, en la plaza España, o en la Gran Vía donde habría que dejar sólo un carril por sentido o plantearse el disparate de ocupar parte del boulevar peatonal. Si hablamos de la posible línea que fuera desde Las Fuentes hasta Arcosur, sólo me imagino el caos que producirá si lo pasan por la plaza España o por el Coso, donde sólo queda un carril de subida y otro de bajada, o incluso en el problemático acceso a la plaza San Miguel.

ESTAS CUESTIONES y otras que nos ocuparían mucho tiempo, incluida la anulación y reforma de 17 líneas de autobuses, nos inclina a plantear una nueva opción de futuro en la incorporación del metro, que podría ser metro ligero puesto que en algunos tramos debería ir en superficie, siempre conscientes de que hay que apostar por aquellas políticas que mejoren el servicio al ciudadano y que le den mayor seguridad personal. Por ello, nuestra gran aportación es considerar que la implantación de esta red de metro ligero debe ser concéntrica y puede llevarse en las cercanías del tercer cinturón, que hoy facilita los desplazamientos por su condición de ronda urbana intermedia.

Este valor de circunvalación perimetral aportaría a la línea de metro la facilidad de conectar los barrios de Zaragoza, las grandes superficies comerciales, acceder a zonas de actividad económica e implantación industrial, y especialmente a la estación de Delicias. Además, debería ajustar su trazado para atender a la demanda de las grandes bolsas de vivienda que se están construyendo en Zaragoza. En muy pocos minutos los ciudadanos podrían desplazarse de la Feria de Muestras a Grancasa, de Las Fuentes a la Universidad, de la estación a Torrero... Y desde cada una de las paradas de este metro, se permitiría la interconexión con la red de autobuses urbanos, cuya disposición radial complementaría el trazado del metro y mejoraría la circulación en la ciudad.

Con mucha facilidad, podríamos movernos por el plano de la ciudad ayudados por la coincidencia del trazado que proponemos con la propia configuración histórica del crecimiento de Zaragoza en cinturones. Es una apuesta de sensatez y de optimización de recursos, que permitiría alcanzar la velocidad ideal para que el metro ligero sea el medio preferido, lograr la integración de la red de autobuses y, por supuesto, aportar comodidad a muchos ciudadanos que construyen la nueva ciudad y que apuestan por el futuro.

*Concejal del Partido Popularen el Ayuntamiento de Zaragoza