Los datos de la encuesta de población activa (EPA) recién publicados no hacen un buen dibujo de la situación del empleo en Aragón y deberían inducir a una reflexión autocrítica por parte del Gobierno regional.

En nuestra comunidad, en términos interanuales, crece en más de 8.000 el número de personas sin empleo, alcanzando ya a las 130.000 personas. Tanto en incremento de paro como en caída de ocupación, Aragón es la segunda comunidad que peores resultados obtiene. Asistimos además a una caída del número de personas que, estando en los tramos de edad para poder trabajar, se encuentran en búsqueda de empleo; lo que se llama población activa. Largos meses de desempleo, las dificultades añadidas que sufren algunos segmentos de la población para acceder a un puesto de trabajo, hacen que cunda el desánimo, y la población activa disminuya más, entre las mujeres y las personas más jóvenes.

Es una mala noticia que la población activa femenina disminuya y que lo haga a un ritmo que duplica el de los hombres. Este es un dato más que nos habla del fuerte componente de género que las consecuencias de la gestión de la crisis nos está dejando. Asistimos a una involución en la dinámica de incorporación de la mujer al mercado laboral así como de los avances que, aunque lentos y claramente insuficientes, estábamos experimentando en materia de igualdad.

El hecho de que la evolución del empleo en Aragón sea de las peores que se produce en el conjunto de las autonomías, demuestra que el Gobierno de Aragón no puede seguir parapetándose en la dimensión mundial de la crisis, o en las limitaciones de sus márgenes de actuación, para justificar la situación del empleo. Los datos hablan bien a las claras de lo especialmente desafortunado de sus políticas, cuando no de su ausencia. Las políticas de austeridad y de intensos recortes sociales que practica el Gobierno de Aragón, son inaceptables por el daño que provocan. Si se recorta con fruición todo lo que tiene que ver con lo social y derechos de ciudadanía, si se ve disminuida la capacidad de compra de los salarios y pensiones, si aumenta la pobreza, la brecha social, la desprotección y los problemas de subsistencia, la inmensa mayoría les preguntamos que todo esto para qué. Y si se manifiesta, como se pretende, que estas políticas nada tienen que ver con impulsos de carácter sádico, ni responden a intereses particulares, ni son fruto de ideologías retrógradas y caducas, ni tampoco de ensoñaciones de viajes a siglos pasados; si todo esto no se hace por la nostalgia de un país de amos y señoritos, al que se quiere volver, y se hace bajo el supremo argumento de que es lo único que se puede hacer para salvar la economía, esto debería tener su reflejo en los datos.

Pero no es así y salvo en algún sector puntero, el tejido económico y empresarial sigue sin dar síntomas serios de recuperación. Y a pesar de los esfuerzos propagandísticos no se pueden ocultar las dificultades de las pequeñas empresas, ni negar la realidad del creciente número de autónomos que se ven obligados a cerrar sus negocios. La disminución del consumo interno que provoca la pobreza y las dificultades de un acceso razonable al crédito siguen haciendo de las suyas. Y al Gobierno de Aragón no se le conocen resultados ni tan siquiera en suavizar mínimamente alguno de estos graves problemas. Tampoco en el desarrollo presupuestario parece que brillen por su eficiencia; la lentitud en la ejecución del gasto e inversión y, aún así, el aumento del déficit, así como las dificultades en la recaudación, han quedado en evidencia.

La presidenta Rudi, si no quiere que su gobierno acabe siendo considerado como el más pusilánime de todos los habidos en Aragón en nuestra reciente historia, debería elevar la mirada para priorizar los resultados en algunos de los parámetros más importantes para el bienestar y la estabilidad de las personas. La legislatura avanza y el punto en el que nos encontramos puede ser el óptimo para reflexionar sobre la eficiencia su acción política y valorar la posibilidad de corregir políticas y personas en algunas áreas de gobierno en las que los fracasos son más evidentes. Los datos del paro que de forma insistente se están cosechando son tozudos. Aragón y nuestras gentes merecen algo mejor.

Secretario general CCOO Aragón