La entrevista de ayer entre el presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, y la presidenta de las Cortes, Violeta Barba, puede actuar como el pistoletazo de salida hacia un final de legislatura mucho más dinámico y productivo. Las dos principales fuerzas de izquierda están obligadas a entenderse, al menos lo suficiente como para sacar adelante catorce proposiciones de ley y el trabajo de ponencias y comisiones. El objetivo no puede ser otro que ofrecer a la ciudadanía aragonesa medidas efectivas que mejoren su situación y colmen sus aspiraciones.

Leyes básicas para dar contenido a la presente leguislatura, como la relativa a la renta básica, están bloqueadas y eso que formaban parte de los pactos de investidura. Las dificultades para formar mayoría en la Cámara vienen obligando a los cuatro grupos de izquierdas (PSOE, Podemos, CHA e IU) a unas negociaciones complicadas y por ello dilatadas en el tiempo. Pero mientras eso ocurre el calendario corre en contra de las fuerzas que se autodenominan progresistas. De todas ellas.

Lambán y Barba exhibieron en su reunión de ayer buena sintonía. La voluntad de alcanzar acuerdos incluyó la satisfacción de la deuda que el Ejecutivo tiene contraída con el Parlamento autónomo. Es una buena señal de que, conforme se acerca la cita con las urnas en la primavera del 2019, la legislatura puede adquirir nuevo vigor. Sería muy positivo.