Después de lustros y lustros de espera, ha llegado la hora de la verdad para el embalse de Yesa. Las dos partes en conflicto, más o menos identificadas con siglas y partidos políticos, están en la obligación de ponerse de acuerdo sobre una obra necesaria para la comunidad pero cuya ejecución no debe pisotear los derechos y la dignidad de ningún aragonés. Va a ser muy difícil que la ministra Rodríguez tenga gesto alguno al respecto, a juzgar por las declaraciones del presidente del PP aragonés, Gustavo Alcalde, pero mientras tanto aquí hay mucho por hacer. Por ejemplo, estudiar las necesidades reales de los beneficiarios de la obra --el sistema de riego de Bardenas y el de abastecimiento de agua de boca a Zaragoza--, para comprobar si es realmente útil el recrecimiento máximo del embalse o si es suficiente con una alternativa menos invasiva. Mientras avanzan los trabajos previos, hay tiempo de sobras para intentar un acuerdo.