Entre todos los aspectos a comentar sobre el fenómeno Vox, hay uno importante para entender por qué la penetración de la ultraderecha en España es (sigue siendo) tan residual. Y es que casi la mitad de la población actual de nuestro país ha vivido en dictadura, y la recuerda a la perfección. En Austria, en Francia, en Italia, saborearon la libertad antes que en España, donde Franco ejerció, hasta su muerte en la cama y más allá, la dictadura política y de pensamiento hasta bien entrados los 70. Por lo tanto, esos 10.000 ciudadanos que apoyaron el mitin de Vox en Vistalegre pueden ser, generalizando mucho, reaccionarios de corazón, de los de toda la vida; nostálgicos del Régimen en el que les debió ir muy bien; o desinformados con la cabeza muy confundida. La idiotez del independentismo catalán, la escora hacia la muy muy derecha de partidos tradicionalmente de derecha liberal a secas (ese Pablo Casado compartiendo postulados con Vox sí que da miedo) y la ola de cuñadismo modelo «eso lo arreglo yo en un momentito» se suman para que el fenómeno ultra empiece a asomar la patita. Son insignificantes, pero pueden crecer. De momento, ya hablan de derogar la ley de la Memoria Histórica y la Ley de Violencia de Género, amén de abominar de la inmigración. Pues ya sabemos quién tiene la culpa: los rojos, las mujeres y los negros. Lástima para ellos que si sumamos todos esos colectivos, más los hombres blancos heterosexuales nacidos aquí que votan izquierda, seamos muchos más que los 10.000 de Vistalegre. Aun así, habrá que estar atentos.

*Periodista