En 1979 me retaron con el siguiente tema para ser desarrollado en un examen: «Armstrong: un gran salto para la humanidad».

Por mi ignorancia en cuanto a hazañas aeroespaciales o porque ya entonces albergaba dudas sobre tan publicitado evento, me largué a escribir sobre Louis Armstrong y el avance que había supuesto su música para nuestro acervo como especie.

Armstrong, don Luis, contaba con todas las papeletas para haber acabado en prisión y para morir atragantado en su propio odio. Un huérfano en Nueva Orleans, nieto de esclavos, adoptado por judíos en un mundo todavía más segregacionista que el actual. Su familia adoptiva le regalaría una trompeta y con ella comenzó a tocar en la banda del reformatorio para niños negros.

Satchmo, como popularmente se le conocía, rescató el jazz de su espacio folk para convertirlo en arte con mayúsculas. Décadas después, escuchar sus grabaciones produce en nosotros los mejores sentimientos.

Indudablemente, caminar por la Luna debe ser considerado como un paso para la humanidad, tal vez no el gran salto que se pretendió. En aquel momento caían bombas sin piedad y hoy tenemos otros Vietnams, se sigue muriendo por simple desnutrición con mayor probabilidad cuanto más oscura sea tu piel. Se alzan muros y se consideran ilegales a las personas que tratan de traspasarlos con el bolsillo vacío.

Quienes en los años 60 criticaron a Armstrong por actuar ante públicos segregados, nunca entendieron que aquel corazón era incapaz de albergar un ápice de maldad. No, no era un Tío Tom, apoyó la lucha por los derechos civiles, sabiendo que su verdadero lugar en el frente era el jazz.

No sé si se trató de un pequeño paso o de un gran salto. Mientras los primeros hombres paseaban por la superficie lunar, en la megafonía de los campamentos de Vietnam sonaba su What a Wonderful World (Qué mundo tan maravilloso) y, muchos años más tarde, cuando se envió al espacio el Voyager Golden Record, con la esperanza de que si alguna vida inteligente lo encontrara pudiera descubrir las mejores cosas que el ser humano había creado, se incluyó la grabación de Melancholy Blues, interpretada por Armstrong.

Por cierto, aquel examen lo aprobé, con una nota humilde y hoy me produce una dulce nostalgia al recordarlo.

*Escritor y profesor de la Universidad de ZaragozaSFlb