Escucho al portavoz parlamentario popular, Alfonso Alonso, decir que el Gobierno "no ha hecho recortes sustanciales en el estado del bienestar" e inmediatamente a la hemeroteca le da por tiritar. En esas páginas, que tiemblan y tiemblan, aparecen los rostros de parados de larga duración, de estudiantes, de pensionistas, de profesionales sanitarios, de enfermos y, muy especialmente, de personas dependientes. Todos han sido castigados por la crisis, y por algunas políticas de dudosa eficacia. Pero entre todas esas historias hay una especial: la de Jomián, un niño conquense de 13 años que murió a finales de marzo en plena batalla de su familia con la Junta de Castilla-La Mancha de María Dolores de Cospedal. El pequeño tenía parálisis cerebral y le faltaba un pulmón, consecuencia de la escoliosis que padecía. Necesitaba ayuda las 24 horas del día, por eso la administración le concedió 387 euros al mes. Con esa ínfima cantidad, su madre, Yurisa, tenía que costear los medicamentos, la alimentación, los pañales y demás gastos. Eso sí, la junta tuvo un detalle inolvidable. Pidió a Yuria que justificara todos los gastos de su hijo. Si no lo hacía antes del día 10 de cada mes, no le ingresaría el dinero. Triste, pero real. Sin factura no había ayuda. Suerte de la colaboración vecinal, porque los 640 euros de sueldo de la madre no llegaban ni para el alquiler. Pese a todo, la administración no dio marcha atrás. Justificó ese paso como una llave del Tribunal de Cuentas para evitar "pagos irregulares". Recuerden que el enfermo era un niño con cero movilidad y 100% de dependencia. ¿Estamos ante una ayuda sin paliativos o ante un "recorte sustancial"? El caso de Jomián no es el único. Solo este año, el Gobierno ha metido un hachazo de 1.029 millones de euros a la dependencia. Casi un 50% menos que en año anteriores, que también había visto ya la tijera. Se ha reducido a la mínima expresión. No lo dice el Gobierno, lo dicen los datos, y lo recalcan los afectados. Un ejemplo: desde enero, más de 30.000 dependientes se quedaron sin ayudas. Ahí la realidad no casa demasiado con la versión oficial, y lo mismo ocurre con la educación. ¿Cuántas veces ha repetido el ministro Wert que "ningún Gobierno de España ha dedicado tanto dinero a becas en la historia" como el actual? Pero, ante el vendabal de críticas, ha tenido que dar marcha atrás. Ha acabado reconociendo que en 2013 su ministerio recortó en 75 millones esa partida. Si a eso le sumamos la poda del año anterior, hay 210 millones menos. Preocupante, porque por el sistema de becas español miles de jóvenes sin recursos han estudiado una carrera y han conseguido un empleo. Sin esas becas, jóvenes talentos se pueden quedar en nada. No darles dinero compromete el presente, pero sobre todo el futuro de un país. Y nadie puede permitirse ese lujo.