Manuel Fraga Iribarne ha vuelto a asumir, siquiera por unos días, el papel de árbitro supremo del PP/AP. El padre fundador del partido ha recuperado parcialmente su antiguo protagonismo. Hay que precisar --sobre los orígenes de este partido-- que, en realidad, fueron siete los padres fundadores, todos ellos exministros o muy altos cargos de la dictadura. Eran llamados con sorna --en plena transición-- Los Siete Magníficos. Con la película del mismo nombre, del excelente director John Sturgel, estrenada a principios de los años 60, los promotores de AP tenían semejanzas. Todos ellos pertenecían a la cosecha política de esa década --caracterizada por una aparente apertura del régimen-- y, como los valientes pistoleros del western aludido, pretendían salvar, en este caso al pueblo español, de las acechanzas de los forajidos. Así eran --desde la óptica más conservadora-- los partidos de la izquierda, socialistas y comunistas: unos forajidos que podían conducir España a la ruina y, peor aún, a su destrucción con la colaboración de los separatistas.

EL YUL BRYNNERde AP era, sin duda, Fraga, aunque le rodearan otros franquistas famosos a la altura, en términos cinematográficos, de Steve McQueen o Charles Bronson, algunos de los actores principales del filme. Acabó Fraga haciendo --pero también deshaciendo-- AP a su antojo. A lo largo de los años 80, tuvo su oportunidad de oro, aunque no la pudo o no la supo aprovechar porque, entre otras razones, delante suyo estaba el PSOE de González y Guerra en sus mejores momentos. El libro De Fraga a Fraga (1989), escrito por dos periodistas muy cercanos a AP, Carlos Dávila y Luis Herrero --éste, eurodiputado por el PP--, narra una historia convulsa que incluye la marcha del fundador y su regreso. A la vista del fracaso de su primer delfín, Antonio Hernández Mancha --en la actualidad vinculado, por cierto, a los negocios de la familia Bush--, Fraga volvió. "Por la sede de la Fundación Cánovas del Castillo peregrinó por aquellas fechas toda una caravana de aliancistas con un mensaje único: ´Vuelva usted, don Manuel´", puede leerse en el libro mencionado.

Ahora, de algún modo, el viejo patriarca, instalado in eternum en Galicia, se ha visto obligado a volver. Le ha recordado a José María Aznar públicamente, y en dos ocasiones, que el PP no debe tener más que un líder. Y que éste es Mariano Rajoy. Incluso ha evocado el Congreso de Sevilla de 1990 --el de la refundación bajo el nombre de PP--, cuando él consagró el liderazgo de Aznar rompiendo ante los congresistas la carta que su sucesor le había enviado sin fecha, facilitándole así la dimisión por si el Gran Jefe la creyera oportuna. Entonces, Fraga --siempre populista-- pronunció su castiza frase: "No, querido José María, ni tutela ni tu tía". Si él no ha ejercido ningún género de tutela sobre Aznar durante los últimos 14 años --lo que en buena parte es verdad--, Fraga exige al expresidente que haga lo mismo con Rajoy, en lugar de contradecirle en cuestiones tan importantes como la reforma constitucional y estatutaria o la Constitución europea.

Pero el mero hecho de que Fraga haya tenido que respaldar a Rajoy ya indica que el PP, tras su triple derrota en un año --sobre todo, naturalmente, la del 14-M--, ha iniciado una travesía con turbulencias y sobresaltos indisimulables. En las antípodas, pues, de aquel PP sin fisuras --supuestamente unido como una piña-- del cual, hasta hace bien poco, se jactaban Aznar y por supuesto Rajoy. No se olvide que, en Cataluña, Josep Piqué --otro protegido de Aznar-- también se apresuró a marcar distancias del exjefe del Gobierno, partidario acérrimo de la carpetovetónica actitud de sostenella y no enmendalla. En cambio, Eduardo Zaplana y Angel Acebes, dos de los más relevantes dirigentes con Rajoy --puestos por Aznar en el sanedrín, con la aviesa intención de ejercer, si fuere oportuno, de submarinos-- no dudaron en efectuar declaraciones benévolas con respecto a las aseveraciones de Aznar. ¿Desea, en el fondo, Aznar emular a aquel Fraga que, con Hernández Mancha naufragando, terminó por regresar al puente de mando de Génova 13? ¿Aspira a convertir la FAES en aquella Cánovas del Castillo frecuentada a finales de los años 80 por sus más fieles que le pedían a don Manuel, por favor, que volviera? Que el PP está en crisis resulta obvio. Habrá que ver, sin embargo, el alcance de la crisis. Y habrá que observar, con sumo cuidado, no sólo las palabras, sino los movimientos subterráneos de un Aznar incapaz de reconocer que su herencia es enormemente onerosa para el PP.

*Periodista.