Más allá de los gestos (el paseo por los jardines de la Moncloa), las buenas palabras («Hemos abierto un hilo de esperanza», dijo Quim Torra) y las decisiones concretas (la reactivación de las comisiones bilaterales Estado-Generalitat y la retirada de los recursos que presentó Mariano Rajoy ante el Constitucional contra leyes sociales catalanas), la reunión entre los presidentes del Gobierno y de la Generalitat deja sobre todo la buena noticia de que la política ha regresado en la grave crisis institucional que vivimos. «La crisis territorial es un problema político que debe ser resuelto desde la política», desveló la vicepresidenta Carmen Calvo que Pedro Sánchez le dijo a Quim Torra. El conflicto catalán se encuentra en un estado muy grave, ya que tras años de incomunicación que Torra visitara la Moncloa fue noticia por sí mismo. También que las comisiones bilaterales vuelvan a reunirse, ya que no se convocan desde el 2011. Y, por supuesto, que los presidentes se hayan vuelto a emplazar en otoño. A ello cabe añadirle un tono cordial en los mensajes posteriores. Diríase que han acordado amigablemente disentir en todo lo esencial. Porque, como había prometido Calvo, Sánchez accedió a hablar del derecho de autodeterminación con Torra, de políticas sociales, empleo y del corredor mediterráneo, entre otros asuntos. El escenario es sumamente complejo y ahí es donde debe entrar la política, con responsabilidad.