La aportación de Don Winslow a la novela negra contemporánea tiene bastante que ver con la frontera entre Estados Unidos y México. Muchos de sus argumentos, de sus novelas, transcurren en esa franja semidesértica que una y otra vez intentan cruzar los emigrantes y las sustancias ilegales. El fenómeno de los cárteles mexicanos ha estado muy presente en las historias de Winslow desde su exitoso título El poder del perro. Una novela tras otra hemos ido conociendo de su firma, y mucho más de cerca, sagas de criminales y fuerzas especiales encargadas de combatirlas, siempre desde las bases de un estricto y bien documentado realismo.

Asimismo eficaz y original resulta la manera de narrar de Winslow. Sus frases y párrafos cortos, restallantes, hilvanan una acción trepidante tras otra, en una vertiginosa sucesión de episodios que apenas deja pensar a los protagonistas, aunque sí invitan a reflexionar, y en profundidad, a los lectores. Frente a los códigos de honor de los narcos se levanta el muro de la ley de la DEA y otras agencias y policías especiales a uno y otro lado de la frontera, pero ese muro, como el de Pink Floyd o el de Donald Trump, tiene resquebrajaduras y túneles por los que constantemente penetran sacas de droga, dólares, armas… Así, en Nueva Orleans, en Florida, en Nueva York se padecerán las consecuencias de esa incesante e ilícita actividad, el tráfico de marihuana, meta, coca, heroína y un largo elenco de sustancias tóxicas tan valoradas en el mercado negro como penalizadas en una sociedad norteamericana que, no obstante, las consume masivamente.

La última y reciente entrega de Winslow, 'Rotos', aglutina cinco novelas cortas o largos relatos en los que el arte de este escritor se condensa tanto como su sincopado ritmo. La historia que da título al volumen cuenta la brutal venganza de un agente irlandés cuyo hermano ha sido asesinado por un cártel hondureño. El resto de relatos, Código 101, El zoo de San Diego, Ocaso, Paraíso o La última carrera abundan desde distintas perspectivas en el tráfico y consumo de drogas, dependiendo su enfoque de una voz narrativa que, manteniendo su homogeneidad, y recordándome a James Ellroy, abunda en recursos, matices y un magistral dominio de la materia narrada.