La manera de hacer oposición de la derecha en el Ayuntamiento de Zaragoza es de traca, patética y lamentable por falta de rigor, por ausencia de ideas, de propuestas y por su incapacidad de diseñar proyectos de futuro. Hemos pasado del metro a atacar al tranvía, una magnífica realidad, con el autobús articulado y alargado, presentado como si acabaran de descubrir la rueda. Autonombrados hipotéticos justicieros en causas imaginarias, se empeñan en describir una realidad que crean a su conveniencia siguiendo las instrucciones descritas en sus manuales políticos salidos sin duda de la FAES y que los españoles conocemos bien: desacreditar al adversario aunque se hunda el mundo. Todo vale para recuperar el poder. Oyendo a sus histriónicos portavoces parecería que nada tienen que ver con el PP de la Gürtel, de Valencia, de los pagos en B, de los sobresueldos --allí y aquí--, o de las pésimas políticas austericidas gestionadas además desde la mediocridad más absoluta como es el caso de las políticas sociales del Gobierno de Aragón. Estos últimos años, si el Ayuntamiento de Zaragoza no hubiera primado en sus presupuestos la atención a los que peor lo están pasando, la situación hubiera llegado a ser explosiva. Eso es un éxito del Gobierno municipal y de eso que ellos, tan despectivamente, llaman el tripartito y que a mí me encanta cada vez que efectivamente PSOE, IU y CHA votan juntos. Una vez más el PP enmienda los presupuestos a la totalidad. Vale. A parte de eso ¿alguna propuesta inteligente?

Profesor de universidad