Tuve la ocasión el otro día de conocer y escuchar largo y tendido al alcalde Zaragoza en una reunión informal propiciada por la asociación Ágora. Pedro Santisteve es un hombre que gana mucho en distancias cortas. Nos habló a los allí reunidos con sorprendente sinceridad, con conocimiento de causa de todos los múltiples problemas que arrastra el ayuntamiento: unos heredados, otros sobrevenidos y otros creados por ellos mismos (ZeC). Habló de lo que le gustaría hacer en los dos años que le quedan, y no se pronunció sobre su deseo de repetir o no. Lo que tiene claro es que en este tiempo quiere abordar dos problemas de enorme transcendencia para la ciudad: el cambio climático y la desigualdad.

Entrados ya en faena en el turno de intervenciones (duras, directas y con información de calado sobre cuestiones importantes) se mostró sereno, conocedor de muchos secretos, y abierto a escuchar/reflexionar sobre todo lo que allí se decía. Alguien, o más de uno, le dijo que era «un hombre bueno» y que eso le impedía afrontar decisiones drásticas. No parece Santisteve hombre que dé un puñetazo en la mesa para decir basta y cambiar la carrera de obstáculos que le colocan en su agenda política. Gobierna en minoría con un equipo bisoño que parece estar siempre a la defensiva. El PSOE aliado con el PP son sus enemigos implacables, y tanto Carlos Pérez como Jorge Azcón manejan los hilos políticos, empresariales y mediáticos para alcanzar la alcaldía a cualquier precio, aunque sea vendiendo sus almas al diablo. Luego están los restos, Ciudadanos y Chunta. Los primeros corean al PP y los segundos ya solo aspiran a quedarse quietos.

En este ambiente tan poco cordial, y lleno de palos en las ruedas, el alcalde navega tranquilo y con un temple inusual entre la clase política. No sé si eso es bueno o malo, porque para gobernar una gran ciudad como Zaragoza hace falta mano de hierro; y saltarse las normas, las decisiones plenarias, y las entregas envenenadas a las concesionarias millonarias que nos esquilman con su mal servicio público, debería hacerse con carácter de urgencia y excepcionalidad. Dos ejemplos: Urbanos de Zaragoza y FCC. Los buses vuelven a arder en verano y al alcalde parece solo preocuparle acertar con la línea 2 del tranvía. Ecociudad es un auténtico escándalo de tramas oscuras y beneficios ocultos y millonarios, mientras pagamos el agua más cara de España y de ínfima calidad. Santisteve conoce todas estas mafias y más, las critica, le avergüenzan pero da la impresión de estar atado de pies y manos. Esos poderes fácticos (político y de grandes empresas de toda la vida) han bloqueado al Ayuntamiento de Zaragoza. Mientras tanto se hacen cosas pequeñas y bien hechas como los huertos urbanos, pagar a los sinvergüenzas de eléctricas los recibos de los que no pueden hacerlo (ellos nunca pierden un euro), intentar desbloquear Pontoneros que se cae, y haberse plantado con la cesión de la Romareda. Conviértase en líder y tire de la manta. Ganará con ello.

*Periodista y escritora