En los últimos días la nómina de maltratadores está aumentando de manera vertiginosa tanto en Aragón como en el resto de España. Cinco mujeres asesinadas, varias más heridas y numerosos detenidos --tres en dos horas en Zaragoza--, es un balance demasiado perverso. Urge tomar medidas contundentes y no los acostumbrados paños calientes que se vienen aplicando y que sólo sirven para animar a las víctimas a denunciar a sus verdugos y abandonarlas después. La violencia doméstica debe ser tratada con el mismo patrón que el terrorismo. Las homilías son para las misas. Fuera hay que repicar con más sentido político y social.