La última, por ahora, de la extrema derecha ha sido la cometida por Rocío Monasterio pidiendo oficialmente que se le facilite toda la información de los colegios en los que se hayan realizado actividades sobre el colectivo LGTBI. El objetivo no puede ser otro que crear listas negras, por supuesto acabar con estas actividades y quizás, un poco más adelante, resucitar los tribunales de la Inquisición con la entusiasta colaboración de los sectores eclesiásticos más reaccionarios, que están encantados de que ya no son ellos solos los que predican contra todo lo que tenga que ver con los derechos y la lucha por la igualdad del colectivo LGTBI.

A estas alturas no han entendido que la diversidad sexual es un derecho y una condición humana. Es un derecho conquistado, como todos los derechos, que hay que entender en el proceso de civilización y de avance de la Cultura, de una sociedad más justa y solidaria en la que se viva y se deje vivir. Y es una condición humana propia de la naturaleza, por mucho que lo nieguen. Tratan de identificar, etiquetar, estigmatizar y segregar a las personas que no cumplen las condiciones dictadas por la Santa Madre Iglesia. Durante décadas un afamado psiquiatra, Robert Spitzer, ofreció su clínica para curar la homosexualidad y transexualidad hasta que en el 2012 reconoció que no había nada que curar y que toda su carrera había sido un fracaso tras otro. Lo que sí sigue siendo objeto de la Psicopatología son las fobias: homofobias y xenofobias por ejemplo. Así que no pierdan tiempo y háganselo mirar. Con dosis masivas de Cultura, con gotero a chorro, insistiendo mucho, abriendo la mente en los casos que sea posible, estas fobias obsesivas se pueden curar.

*Profesor de universidad