Dicen que Rajoy es del Real Madrid. Debería tomar nota de la actitud mostrada por Florentino Pérez en el palco del Camp Nou: siguiendo al pie de la letra los versos del himno de su club y tras perder por 3-0, ofreció su mano al "máximo rival" como un auténtico "caballero del balón". Si hasta en el fútbol reina en estos momentos el fair play británico, cabría esperar de los centristas reformistas actitudes de guante blanco. Pero la derecha española se comporta tras su derrota con maneras más propias del hooligan que del dandi. Al PP nunca le satisfacen del todo los resultados electorales. En el 93 fue la España subsidiada con el PER la que, según ellos, les impidió derrotar a González. En el 96 la victoria por la mínima supo a coitus interruptus : las Nuevas Generaciones después de gritar "Pujol, enano, habla castellano" tuvieron que ver a Aznar parlando catalán con el honorable . Sólo en 2000 con la mayoría absoluta los populares se quedaron a gusto. Ahora, la culpa de la derrota la tienen la SER, los marroquíes y hasta la Guardia Civil. Rajoy ha olvidado la ironía gallega y, como Núñez o Mendoza, preside un club plagado de ultras. No es buena cosa, miren si no como se las gastan en Elche los seguidores de Zaplana.