Vivimos unos momentos complicados y difíciles, pero también llenos de esperanza. Algo que todas las tardes miles de personas exteriorizan en los balcones de sus casas a las 20.00 horas. La mayoría de la gente necesitamos y queremos tener esperanza. Algo que parece está prohibido para un escogido grupo de personajes de nuestra sociedad, donde todo horizonte es negro, imposible, impensable e inalcanzable.

Los pitonisos de las crisis, esos que describen las hecatombes que nos acechan en este momento, mayoritariamente guardan un profundo silencio. Lo que está sucediendo no se refleja en manual alguno. Hoy los gobiernos dirigen el rumbo de la economía a cero. Se está parando la economía de forma intencionada. Esto no se encuentra en ningún manual, y por ende nadie sabe que va a suceder. Y los pitonisos menos, porque nunca aciertan, aunque venden muchos libros, que poca gente lee, pero visten mucho las estanterías. Son los economistas de cabecera, compadres de los sociólogos de tertulia. Deleite especial de aquellos que su horizonte está siempre nublado, o con tormenta. Si fuesen marinos no podrían salir de puerto a navegar.

Se empieza a vislumbrar en el destino de las ayudas que no están solo los de siempre. Los que resuelven los problemas son siempre los mismos, que por cierto no son los de siempre (que son los que causan las crisis) y los que resuelven son los que deben ser destinatarios de la ayuda. Los que generan las tres cuartas partes del empleo. Los que pasan las noches en vela para sacar los negocios adelante. Los que ahora están angustiados pensando como volver a poner todo en marcha para que su gente, sus empleados, se reincorporen y vuelvan a cobrar sus sueldos. Esos que han descubierto la clase política y que, en lugar de empresario o autónomo, llaman emprendedores (término que, como los libros esos de futurología económica decora mucho, y dice poco).

Esa casta es la que hay que cuidar. Y esa es la casta que tiene esperanza e ilusión en nuestro futuro. La que trabaja por el horizonte de esa comunidad que se llama España. Son esos empresarios y autónomos que no se han llevado la fabricación de medicinas, ni material sanitario, ni empleos fuera de nuestras fronteras. Los que salimos a aplaudir todos los días, cuando esto termine, continuaremos aplaudiendo a esos que van a empujar para que volvamos a mirar atrás para recordar aquellos que nos dejaron y al frente para ver un horizonte, en el que no están aquellos que todo lo ven siempre mal y que no hacen nada por mejorarlo, porque nunca lo han hecho y no está en su previsión hacerlo.

*Sociólogo, consultor y mediador en conflictos organizacionales y profesor asociado de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Zaragoza.