Por un mundo mejor... Desde la docencia, desde tu columna en este periódico, en esta misma página que tanto tiempo compartimos, ese era tu objetivo: un mundo mejor, más justo e igualitario; con sitio para todos y, en especial, con un lugar inmenso para la dignidad y para los valores humanos.

Tolerante y comprensivo, siempre mantuviste el espíritu abierto a las ideas bien intencionadas. Tu pensamiento, tus acertados análisis de la vida cotidiana y de los recodos sombríos de nuestra tortuosa sociedad han quedado reflejados en cientos de artículos, espejo de tu personal visión de un mundo que nunca terminó de gustarte y que intentaste cambiar. La antorcha ha quedado ahí, encendida, para iluminar nuestra conciencia adormilada, como un aguijón clavado en nuestros miembros entumecidos cuando se niegan a reaccionar ante la denuncia valerosa de abusos arbitrarios y de tanta injusticia que nos abruma cotidianamente.

Mariano, permanecerás eternamente entre nosotros... Sólo se van quienes derrochan vanamente su existencia, sin dejar rastro en sus semejantes, porque nada hicieron por ellos.

*Escritora