Cuando falta poco más de un año para las elecciones autonómicas y municipales, que coincidirán con las europeas y ¿quién sabe? con unas generales caso de que Moncloa decidiera adelantarlas, es momento de valorar cómo abordan los partidos el proceso que viene. Respecto de las formaciones tradicionalmente mayoritarias, PP y PSOE, queda claro que sus líderes nacionales valoran Aragón como un territorio a trabajar. Ambos, tanto Mariano Rajoy, como Pedro Sánchez, se prodigan por la comunidad con visitas de corte muy político. El presidente del Gobierno ha estado las últimas semanas en Zaragoza, participando en un foro de familias de su partido, y en Teruel, anunciando un plan gubernamental sobre implantación de fibra óptica que garantice la alta velocidad en todos los municipios de España, por pequeños que sean. El secretario general de los socialistas, por su parte, acudirá el próximo domingo a la Fiesta de la Rosa del PSOE de Huesca, en una demostración de que quiere enterrar batallas pretéritas por el control del partido y proyectar una imagen de unidad.

Detrás de este evidente interés por fortalecer a sus líderes locales, Luis María Beamonte y Javier Lambán, respectivamente, tanto populares como socialistas aspiran a contrarrestar la imponente y veloz ola a la que se ha subido Ciudadanos en los últimos meses. Los liberales son el partido de moda, colocándose incluso en determinadas encuestas como principal partido en intención de voto, aprovechando su victoria en Cataluña y el tirón de sus líderes nacionales. Tanto es así que en Aragón los sondeos los colocarían como segunda fuerza política en la comunidad y primera en Zaragoza ciudad.

Es en la capital aragonesa donde parece que Podemos e IU podría volcarse para consolidar la fortaleza que obtuvieron coaligados hasta precipitarse a la Alcaldía. Con Pedro Santisteve aún por explotar en el ámbito nacional, el partido de Pablo Iglesias sabe que sus opciones de mantener resultados en Aragón pasan por amplificar la figura del alcalde, más allá del trabajo que viene realizando en el territorio el nuevo líder morado, Nacho Escartín. El balance en Zaragoza ciudad es pobre y no le resultará fácil al alcalde hacer del enfrentamiento con el resto de los grupos o con la eficiente gestión económica, un legado suficiente como para revalidarse. Las espadas están en alto, y el ambiente de crispación de las últimas semanas marca que las hostilidades preelectorales han comenzado.