¿Qué es antes, el huevo o la gallina? Este es el dilema que desde los clásicos hasta hoy ha estado presente para responder al misterio del origen del universo y la primera causa. El interrogante sigue sin resolverse, y es que resulta tan difícil entender la lógica de algunos asuntos vertebrales del momento, como responder a esa cuestión mítica. Las emisiones de CO2 en el planeta baten récords y está afectando a la salud mental de sus habitantes. Ocasiona estragos en sociedades históricamente enfrentadas como la argentina y la inglesa. Cómo puede entenderse que un país capaz de alojar y garantizar la seguridad de una cumbre internacional tan controvertida y complicada desde el punto de vista diplomático como lo es el G-20, sea incapaz de salvaguardar su orden interno y la seguridad de los suyos con el fútbol. Pero si los argentinos andan afectados por la toxicidad del aire que respiran, los británicos sufren enajenación mental. Sus devenires políticos son buena muestra. El empecinamiento de una primera ministra que se niega a abandonar su sillón, al más puro estilo español (que hayas ocultado, mentido, robado o demostrado tu falta de competencia, permaneces en tu cargo como si na) está poniendo en entredicho el estatus de Reino Unido como actor internacional. Menos mal, que el poco sentido común que todavía queda en el país, que parece residir en el Parlamento, el huevo, ha puesto contra las cuerdas a la gallina May. Ojalá, que las gallinas terminen en el corral, y los huevos procuren una buena mesa. H SFlb*Periodista y profesora de universidad