No es ningún secreto. Entre el Ayuntamiento de Zaragoza y el Gobierno de Aragón pocas veces ha existido una relación fluida y ni mucho menos buena. Ni siquiera en el periodo Belloch-Marcelino. Sin embargo en esta legislatura se están alcanzado cotas nunca antes vistas. Javier Lambán llegó a insultar a Pedro Santisteve. Se ha funcionado a trompicones y el espectáculo que se ha dado a los ciudadanos, por ambas partes, ha sido poco edificante. Pese a las fricciones se ha logrado un hito importante, la Ley de Capitalidad, seguramente porque interesaba a todos. Al Gobierno para zanjar un asunto que se arrastraba desde hace décadas y colgarse así la medalla, y al consistorio porque le supone una nueva fuente de ingresos. La tensión ha estallado esta semana a razón del Impuesto de Contaminación de las Aguas (ICA), que ha encontrado una notable contestación entre los zaragozanos. Lo que el PP no ha logrado con el impuesto de Sucesiones, lo han conseguido Santisteve y los suyos con el ICA. Al Gobierno se le ha ido el asunto de las manos y podría convertirse en el segundo gran problema del equipo de Lambán después de la concertada. Veremos en qué acaba la manifestación que se prepara para febrero. Es urgente reformar el ICA y hacerlo más justo y progresivo. Se ha aplicado con precipitación. Hubiese sido más lógico esperar, negociar bien y cerrar un acuerdo con Podemos. En nada ayudan actitudes como la del edil Pablo Híjar llamando a la insumisión tributaria. Inaceptable en un político que cobra del dinero de todos.

*Periodista / @mvalless