Escucho al alcalde Santisteve justificar el folleto sobre consumo de drogas amparándose en datos de hace 30 años y no doy crédito, la verdad. Dice que murieron miles de jóvenes en los 80 y 90 porque no tenían información y compartían jeringuillas, y por esa razón le parece más eficaz financiar un máster sobre cómo meterse una raya de cocaína para que no sangre la nariz que advertir que esta droga se corta con levamisol, que es un desparasitante para el ganado que pudre la carne, debilita las defensas y afecta a la función de la médula ósea. Después de que el coordinador de ese folleto me llamara ayer «ignorante» por censurarlo, me estudié el Plan Estratégico sobre Drogas que el ministerio y las autonomías acaban de elaborar partiendo de unos datos irrefutables: el consumo, tanto ocasional como habitual, ha caído considerablemente pero han aumentado un 50% los pacientes con patología dual, aquellos que sufren de forma simultánea un trastorno adictivo y mental. Y en ello se va a centrar el plan, en especializar los recursos para que los jóvenes consumidores no acaben con el cerebro hecho fosfatina, sobre todo porque no hay recursos económicos, estructurales y sanitarios para atenderlos. Bueno sí, algunas familias disponen de los 4.000 o 9.000 euros mensuales que cuesta una clínica media, pero se ve que son pocas. Llámeme ignorante señor Sánchez pero, a mi humilde entender, antes que explicar que algunos tipos de cannabis embalan más que otros habría que informar sobre los daños neuronales que producen todos.

*Periodista