Desde hace tiempo,con espacio para leer y escuchar, me resonaba lo que con excesiva frecuencia y tono se viene invocando como «igualdad de género». Lo cual me parece un machismo institucionalizado que si está de moda me empalaga; hay un género femenino, exuberante, hermoso, maternal y dulce; otro masculino, batallador, áspero, generoso, con cierta dulzura accidental. Ambos tienen funciones distintas pero coadyuvantes a la consecución de un fin primordial. La necesaria y justa igualdad es otra cosa. Son las mismas oportunidades para mujeres y hombres, idénticas situaciones ante la ley, equidad y tratamiento en las normas sociales, derechos y deberes.

En mi opinión, la interesadamente promovida igualdad biológica es un error importante para la especie humana. Hay que «igualar» social y culturalmente por arriba, elevando a los situados en el peldaño o escalón inferior, sin descender al que ya está mas alto, para conseguir la igualdad de bajos objetivos. El tuteo muy en boga, desde hace años, es un simulacro de igualdad, pasar de señor o señora (tratamiento antiguo) al «tú por tú», es artificial, al no respetar y reconocer el premio al trabajo y esfuerzo en adquirir saberes, conocimientos y experiencia; los títulos y honores se ganan con sudores y esfuerzos y no los solían regalar, (con excepciones, consideradas democráticas, sin serlo y si sobreseídas ruborizantes).

EL SENTIDO de la justicia es dar a cada uno lo suyo. La imparcialidad es igualdad y no se debe confundir con el igualitarismo universitario, político y cultural. Los hay más altos y más bajos más gruesos y más delgados, antes bachilleres, licenciados y doctores, o también aprendices, oficiales y maestros, nominaciones que han perdido su encanto y valor, en una deficiente copia a graduados y masteres ( en castellano mastuerzos) Rubias , morenas y pelirrojas, de derechas y de izquierdas, igualados todos únicamente por su condición de bípedo humano sin plumas, que diría el sabio.

Un principio institucional señala que todas las personas tienen los mismos derechos y que, por tanto, han de ser tratados de la misma manera, sin distinción de raza, color, religión, nacionalidad o sexo, ya que su condición es ser igual a otro. Ser, calidad de «igual» que es la expresión de equivalencia con el signo = , y en la forma como uniformidad, y en categoría o clase social con el nombre de paridad. En tauromaquia, se dice «igualar», cuando el toro coloca sus cuatro extremidades perpendiculares y en paralelo entre sí, permitiendo al torero o maestro, ejecutar la suerte suprema. Hay nombres iguales de pueblos y ciudades que producen el natural confusionismo. La igualdad en Matemáticas (2=2 ; 1+1=2) son equivalencias a la igualdad emotiva o de sentimientos: si amas, serás amado; si odias, serás odiado; si perdonas, serás perdonado, pero, si quieres sexo, solicita consentimiento informado cuando estés en la fase de cortejo. Amén. <b>

*C</b>atedrático emérito de la

Universidad de Zaragoza