De unos meses a esta parte se vienen sucediendo, dentro del agobiante contexto de la crisis, algunos acontecimientos que nos han permitido a algunos esbozar una amplia sonrisa. En primer lugar fueron, y siguen siendo, las movilizaciones generadas a partir del 15-M, movilizaciones que nos han hecho repensar la idea de una sociedad profundamente anestesiada y desmovilizada. El encefalograma casi plano que mostraba la sociedad española, y que nos sumía en la desesperanza, se trocó en un inesperado e intenso proceso de movilización, que se encargó de lanzar a los cuatro vientos la convicción de que otro mundo no solo es posible, sino indispensable. Nuestro país se ha convertido, de modo inesperado y sorprendente, en punta de lanza de una movilización mundial. En segundo lugar, en Aragón y en otras partes de España, pero especialmente en Aragón, se ha producido una alianza de la izquierda, de Chunta y de Izquierda Unida que, impensable hace unos meses, permite afrontar las próximas elecciones generales con la certeza de que la Izquierda de Aragón tendrá representación en Madrid.

Cuando Mesas de Convergencia lanzó en Madrid, allá a primeros de año, un llamamiento para la unidad de la izquierda sobre la base de un programa de mínimos antineoliberal, probablemente ni los más optimistas hubiéramos apostado por candidaturas conjuntas en unas elecciones generales que, para añadir todavía mayor dificultad, fueron adelantadas al mes de noviembre. Ciertamente, la iniciativa de Mesas de Convergencia no surgió con vocación electoral inmediata. Nuestra idea era la de empezar a construir un polo antagonista plural que pudiera hacer frente a las agresiones que, desde los mercados y la banca, con la connivencia, en nuestro país, de un gobierno empeñado, por la vía de los hechos, en desdecir toda su retórica social, se perpetraban contra la mayoría de la población. El nuestro era un proyecto a medio plazo con un objetivo tremendamente ambicioso: fraguar una amplísima alianza de la izquierda real.

Nuestro empeño sigue siendo el mismo. Sin embargo, la convocatoria anticipada de elecciones colocó en el primer plano de la agenda política la cuestión electoral. En Aragón, junto con otros compañeros y otras compañeras, decidimos, no sin cierto escepticismo, lanzar la propuesta a las fuerzas políticas de la izquierda, CHA e IU. Nuestro asombro fue creciendo a medida que las conversaciones avanzaban y se vislumbraba, gracias a una creciente complicidad de ambas formaciones, la posibilidad de éxito. Por ello, la consecución final del acuerdo entre ambas fuerzas, propiciado por una iniciativa que viene, y eso es importantísimo subrayarlo, de fuera de estas organizaciones, nos parece un hito político de gran importancia, tanto por el fondo como por la forma.

Pero, como decía, nuestro empeño sigue siendo el mismo. Con ser importante el 20-N, pues pudiera propiciar un grupo parlamentario de izquierda en Madrid que condicionara las políticas globales --he de decir que no soy de los agoreros que piensan en un triunfo por goleada del PP--, nuestro objetivo pudiera decirse que empieza el 20-N. Pues se trata, a partir de ese momento, de afianzar el nuevo modelo de hacer política que supone el proceso que se ha abierto en Aragón, con una fuerte participación de la iniciativa social en la acción política de la izquierda, y de ampliar el espectro de alianzas, pues IU y CHA no agotan, de ningún modo, la pluralidad de la izquierda de nuestra comunidad. A partir del 20-N veremos si somos capaces de amalgamar ese polo antagonista que recorre nuestras calles, se apodera de nuestras plazas y da verdadero sentido a la palabra democracia.

Aunque sabemos que la tarea no ha hecho sino comenzar, algunos no podemos, ni queremos, ocultar la enorme satisfacción que nos produce la alianza de la izquierda en Aragón. Este primer paso de convergencia abre una etapa de ilusión, en la que vamos a trabajar codo con codo gentes que hasta hace poco competían por un espacio electoral semejante y gentes que desde lo social no encontraban un referente político claro. Los tiempos no están para bromas. CHA e IU, IU y CHA han sabido verlo y han dado un paso que responde con nitidez a las exigencias del momento y a los deseos de mucha gente que no entendíamos la desunión tradicional de la izquierda, y menos en momentos tan delicados. Es tarea de todos aquellos y aquellas que pensamos en la necesidad de una respuesta desde la izquierda a la crisis que nos asola consolidar este proceso, convertirnos en protagonistas de lo que acontece, para devolver a la política la dimensión ciudadana y participativa que otros quieren negarle, haciendo buenos aquellos versos de Gabriel Celaya: "¡A la calle! que ya es hora/ de pasearnos a cuerpo/ y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo".