Cuando muchos pensaban que era difícil encontrar a un político más esperpéntico y con menos sentido del ridículo que Carles Puigdemont, va y aparece, desde el más rancio racismo y supremacismo, Quim Torra, actual presidente de la Generalitat de Cataluña. Día sí y día también, el presidente catalán se manifiesta en los medios de comunicación protagonizando chanzas tan burlescas que de no ser el máximo representante político de Cataluña no pasarían de meras anécdotas de una comedia bufa.

La última acción del tal Torra, un racista de manual, y no es una descalificación sino una precisa descripción de su modo de comportamiento por sus artículos, ha sido mentir en un acto público celebrado en los Estados Unidos. Allí compartía estrado con el embajador de España Pedro Morenés, ejemplo de las llamadas «puertas giratorias». El tal Morenés, en mi opinión un personaje carente de ética y de escrúpulos morales, pasó de presidir una empresa española de fabricación de armamento a secretario de Estado de Defensa en el gobierno de José María Aznar, de nuevo a presidir esa empresa y, en una segunda ocasión, vuelta al ministerio del ramo, ahora como titular del mismo en el gobierno de M. Rajoy. Es decir, un viaje de ida y vuelta de la empresa a la política que en un país serio sería una vergüenza y un escándalo, pero que aquí se premia con una importantísima embajada.

En ese acto, el todavía embajador en Estados Unidos descalificó las palabras del discurso del tal Torra quien, sumido en una especie de mística independentista, puso a España de chúpame dómine, calificando a los políticos catalanes presos de «presos políticos» y proclamando con su torpe y zafio discurso que España no es un país democrático.

El lamentable espectáculo de los dos políticos españoles en Washington ha dado como resultado que la Smithsonian, una prestigiosa institución que dispone en la capital norteamericana de varios museos y fundaciones, haya suspendido la intervención de ambos en un acto ya programado.

Y es que esto es lo que pasa cuando unos diputados insensatos, los independentistas del Parlamento de Cataluña, ponen a la cabeza de su gobierno a un personaje tan grosero como Torra, al que le importan una higa la gente de Cataluña, la imagen de Cataluña y el futuro de Cataluña. Y cuando al frente de la diplomacia española en Estados Unidos está un tipo como Morenés, al que lo que de verdad le interesa es su negocio de venta de armas y los beneficios económicos que conlleva. Esta es la «marca España».

*Escritor e historiador