Desde un punto de vista tan democrático como estratégico, habría que animar a Donald Trump a que siga haciendo de las suyas, cuantas más locuras mejor, a fin de que, cuanto antes mejor, se ponga en marcha el impeachment, o proceso por el que un presidente de los Estados Unidos puede ser juzgado por la Cámara de Representantes, el poder judicial y el Senado; y, en caso de ser condenado, destituido.

Tenemos al precedente más cercano aún próximo en el tiempo. Bill Clinton fue sometido a impeachment por su supuesta relación, dentro de la Casa Blanca, con Monica Lewinsky.

Clinton se libró de la destitución por unos pocos pelos, pero tuvo que someterse a un proceso de investigación y se vio obligado a comparecer públicamente ante un tribunal. Su prestigio quedó tan seriamente dañado que acabó la segunda legislatura a duras penas, retirándose luego del primer plano de la política.

Caso distinto, pero que también dio con un presidente en la lona, fue el de Richard Nixon, quien se vio obligado a dimitir por el escándalo Watergate.

La cadena de arbitriaridades que Trump ha exhibido durante los primeros quince días en Washington sería suficiente para incoar impeachment: por su cuenta y riesgo, sin contar con nadie, ni con los congresistas, ni con su entorno, ha insultado gravemente o desdeñado a los medios de comunicación, a los latinos, a sus aliados europeos; ha demonizado globalmente el mundo árabe, criticado ácidamente a Alemania, que no le ha hecho nada, y amenazado a Irán y a México con poner en marcha movimientos de tropas.

Paralelamente, ha nombrado como representante en Rusia a un hombre muy próximo a Vladimir Putin, con quien el propio Trump viene manteniendo una extraña y más bien turbia relación. Gracias a dicho nombramiento, a las empresas norteamericanas, aquéllas, en especial, del agrado del presidente, les irá bien en la extinta URSS, pero no es menos cierto que la familia Trump mantiene negocios en diferentes países, incluidos algunos árabes, donde no han llegado las amenazas del Despacho Oval. Es muy probable que la familia Trump esté hoy aumentando sus ganancias vía ingreso de gobiernos extranjeros y eso también sería motivo de impeachment.

Un recurso que nos llena de esperanza a los demócratas.