En las última décadas, España ha crecido en, con y por Europa. No sólo desde el punto de vista económico --en la última década, un 1% de nuestro Producto Interior Bruto anual lo ha aportado la Unión Europea. También hemos experimentado unos avances espectaculares en el ámbito social, político o cultural. Llevaba toda la razón Ortega y Gasset cuando defendía --de esto hace más de un siglo-- que la solución de nuestros grandes problemas nacionales sólo se alcanzaría con Europa.

Vuelvan por un momento la vista atrás. Acuérdense cómo eran las infraestructuras de este país antes de nuestro ingreso en la Comunidad Europea. Recuerden los perfiles tercermundistas de nuestra economía y nuestra empresa. Nada que ver con lo de hoy. Ni en términos de desarrollo, ni por productividad, ni por eficacia. Si España es hoy uno de los diez países más ricos del mundo, se lo debemos a los más de 85.000 millones de euros que la UE nos ha enviado como ayuda en estos años.

¿No nos jugamos nada en las elecciones de mañana? Eso no se lo cree ni usted, amable lector. Nos lo jugamos casi todo porque, para lo bueno y lo malo, ya estamos ligados por décadas al proyecto de integración europea y más vale que nos mentalicemos de ello. Importa, y mucho, que nuestros representantes estén sólidamente apoyados a la hora de defender nuestros intereses en los importantes órganos de decisión europeos. Por interés, por responsabilidad y por consecuente ciudadanía, vote usted mañana.

*Periodista