Hasta siete furgones de la Policía Nacional con sus correspondientes dotaciones se desplegaron en la tarde del sábado por el centro de la ciudad para evitar que los participantes de una marcha antifascista y los skinhead que conmemoraban el aniversario de la muerte de Franco se encontraran. No hubo tal encuentro, pero unos y otros dejaron un rastro de destrozos y pintadas desde la plaza de España hasta el final de la Gran Vía: tiendas, fachadas, entidades bancarias, un hotel y un consultorio médico sufrieron las iras de unas decenas de memos que actuaron con la más absoluta impunidad ante la impotencia de los ciudadanos.