El desfile conmemorativo de la fiesta Nacional (yo pensaba que eran los toros) ha resultado más barroco y chabacano que nunca. Hasta la cabra de la Legión se lo tomó a cachondeo. Y la culpa de todo ello, bromas aparte, la tiene un ministro, José Bono, que todavía piensa que el pueblo español necesita gurús, padrecitos y misioneros. Para quienes hace mucho tiempo olvidamos confrontaciones porque la historia pasada es una asignatura superada, el cambalache montado en aras de la "reconciliación" ha sido un monumental insulto. ¿Cómo es posible igualar a un luchador por la libertad con un enemigo de la misma? ¿No estaban ya los viejos soñadores del franquismo suficientemente representados por ese Bono que se atreve a decir que si hubiera que excluir a todos los que alguna vez vitorearon a Franco no quedarían más de cuatro? El insulto es de tal calibre que no merece mayor comentario. Al ministro le ha traicionado el subconsciente. Si de verdad auspicia la reconciliación, que suprima los desfiles, y si no, que tras las tropas haga hueco a los excombatientes, sin distinción de credos y sin insultantes condecoraciones. Una cruz gamada desfilando, produce asco.

*Profesor de Universidad