La mayoría de análisis sobre Oriente Próximo, independientemente de su calidad, está instalada en un marco argumental muy preciso y recurrente: Oriente Próximo estaría ahora al borde de un estallido generalizado, un volcán cuya erupción definitiva (y fatal) sería inminente. Y es cierto, en Oriente Próximo la situación es catastrófica. Pero parecemos olvidar fácilmente que está así desde hace más de medio siglo, de modo que hay que hacer un cierto esfuerzo para discernir las pocas novedades que hay en tan enorme desgracia. El rasgo común es fácil de identificar: es un lugar en el que ha muerto, muere y seguirá muriendo mucha gente cuya única falta es estar en el peor sitio en el peor momento. ¿Una exageración?

AÑOS 40: la segunda guerra mundial tuvo en la zona cruentos campos de batalla. Para la anécdota, el legendario general Moshe Dayan perdió su ojo luchando en la Brigada Judía de las tropas aliadas, contra los nazis. Acaba la contienda y ¿viene la paz? No, viene el primer gran fracaso de la recién nacida organización de las Naciones Unidas, con el Plan de Partición de la Palestina histórica y la primera guerra árabe-israelí (1948-1949). La década siguiente contempla una serie de golpes de Estado en varios países árabes, con la llegada al poder del nasserismo en Egipto, y líderes similares en Siria y Egipto, enfrentamientos en Líbano, además de la segunda guerra árabe-israelí (1956), con la primera toma del Sinaí por Israel. Años 60: la guerra de los Seis Días en 1967, con la ocupación de Gaza y Cisjordania, que está en la raíz de la crisis actual. 1973, la guerra de Yom Kippur, cuando Israel vivió un muy serio episodio de fragilidad militar aunque al final revirtió el curso de la contienda. Esta fue la primera crisis de Oriente Próximo de impacto realmente global, con la crisis del precio del petróleo y su efecto en las economías desarrolladas.

En 1975 empieza la larga guerra civil libanesa, un país pequeño y con poca poblado, que se desangró (literalmente) durante una década y media, con varias incursiones bélicas de Siria (el régimen de Asad, entonces el padre, ahora el hijo, siempre tan oportuno), y la primera desastrosa invasión por parte de Israel en 1982, que tuvo que retirarse en el 2000 sin haber logrado ninguno de sus objetivos. 1980, Sadam Hussein, el más peligroso de todos ellos, lanza una guerra contra Irán que duró nueve años y dejó una estela de centenares de miles de víctimas. Tuvo el dictador el honor en dicha ocasión de tener la ayuda de EEUU, Francia, Reino Unido, la Unión Soviética, y muchos países árabes pues contra la amenaza de Jomeini valía todo. Sadam perdió (porque no ganó), aunque a la vuelta tuvo tiempo de masacrar a su propia población kurda y chií. ¿Alguien cree que la actual guerra civil intercomunitaria en Irak es nueva y no tiene nada que ver con esta larga historia entre sunís, kurdos y chiís?

ENTRAMOS en los 90: invasión de Kuwait por Irak, crisis diplomática en la ONU, el Consejo de Seguridad ordena la operación Tormenta del Desierto para desalojar a Sadam Hussein de Kuwait, y vuelta a la casilla numero uno. Se supone --vean hemerotecas de la época-- que con aquella contienda, ordenada por el propio Consejo de Seguridad, justo a caballo de la caída del muro de Berlín (noviembre de 1989) y del fin de la Unión Soviética (diciembre de 1991), empezaba lo que George Bush padre denominó "el nuevo orden internacional".

LOS AÑOS 90 introdujeron un leve respiro con la Conferencia de Paz de Madrid de octubre de 1991, y sobre todo el proceso de paz entre Israel y los palestinos, que duró desde 1992 hasta septiembre del 2000. Aunque casi todos creímos que iba en serio, que progresaba en la buena dirección, que era irreversible, la realidad puso de nuevo los relojes en hora: la segunda Intifada y su rastro de muertes nos llevó a las duras a un siglo XXI que en aquella región no necesita más sangre. Pero la tendrá. Además de la segunda Intifada tenemos donde elegir. La guerra de la coalición liderada por George W. Bush en Irak del 2003, basada en pretextos que eran falsos ayer y son de vergüenza ajena aún hoy, a pesar de las continuas bravatas de Blair, Bush, Aznar, Rumsfeld y Cheney, es parte esencial de la derivada actual de violencia en ese descuartizado país.

Sigue la secuencia: los estallidos de violencia en Egipto y Siria, aquel con golpe de Estado final, este con una guerra civil que lleva 170.000 muertos en la cuenta, y como coletilla, la trágica farsa del ISIL y su nuevo Califato de tres al cuarto. Podemos dejar un espacio para el final: la segunda invasión de Líbano a cargo de Israel en el 2006, y sus sucesivas operaciones militares de castigo en Gaza en EL PERIODO 2008-2009, en el 2012 además de la de estos días. No se preocupen, son 70 años y- continuará.

Catedrático de Ciencia Política