Resulta del todo inaceptable que una empresa que acaba de anunciar que se lleva su producción de Aragón para trasladarla a otro país y, por tanto, despedirá a un tercio de la plantilla, esté buscando contrataciones temporales mientras diseña el ERE que consumará 119 despidos. Es el caso de la fabricante de ascensores Schindler, implantada en Zaragoza. Como es obvio, estas intenciones han generado un profundo malestar en una plantilla muy preocupada por su futuro.