Hace tiempo que la coherencia y la objetividad abandonaron la política. Se cuenta que el exprimer ministro conservador británico, Wiston Churchill, estaba sentado en el Parlamento de Westminster junto a un joven diputado de su mismo partido, recién llegado al escaño. El inexperto tory le preguntó al viejo zorro, señalando las filas laboristas sentadas enfrente, que si aquellos eran sus enemigos. Churchill sonrió irónico y le precisó a su compañero que no, que aquellos del otro lado era sus rivales y que sus enemigos mortales estaban detrás, señalando a sus colegas de partido. Eran otros tiempos, pero Churchill ya sabía, pues lo había sufrido en sus propias carnes, que el peor enemigo político suele ser el que está en tu mismo bando.

Aquella sentencia atribuida al premier británico parece confirmarse en la actualidad en la política española, en casos como el de Cristina Cifuentes, de la que filtraron un chanchullo con su máster exprés y le han guardado durante años un comprometido vídeo para sacarlo en el momento preciso para hacerla dimitir; y con en el del diputado Pablo Casado, ese cerebro brillante que ha sido capaz de aprobar media carrera de Derecho en cuatro meses. En ambos casos el modo de actuación de sus conmilitones está siendo el mismo: primero defenderlos a ultranza, luego dudar y al fin, por el momento en el caso Cifuentes y ya veremos qué ocurre con Casado, hacerlos dimitir. La inconsecuencia de los conservadores españoles anda pareja con la de los nuevos partidos que venían a regenerar la política y salvar al mundo.

En el podium de la inconsecuencia se acaban de ubicar Pablo Iglesias e Irene Montero. El líder de Podemos declaró en su momento, cuando el viento electoral soplaba favorable, que nunca se compraría un chalet en una urbanización de lujo para vivir en una burbuja donde aislarse de los problemas reales de la gente. Pues bien, lo acaba de hacer y su pareja Irene Montero lo ha justificado alegando que quieren educar a sus hijos en el campo.

Por lo visto, para estas gentes de Podemos, tan austeras ellas, cuando un político de derechas se compra un chalet lo hace para aislarse del mundo, pero si lo hace un político de su cuerda, se trata de crear un proyecto familiar. Cada uno puede vivir en la casa que pueda comprarse honradamente, faltaría más, pero con explicaciones tan peregrinas e inconsecuentes como las que han dado estos dos diputados de Podemos, no me extraña que la intención de voto de su formación política siga cayendo en las encuestas.

*Escritor e historiador